UNA CUESTIÓN DE FE

Desde que murió su mujer acude todas las tardes a un taller de imagen digital donde aprende a manipular fotografías con Photoshop. El instructor le asegura que en el futuro se podrán recrear mundos en 3D. De vuelta a casa recalienta la cena y rápidamente toma el viejo álbum de fotos Hofmann. Pasa horas acariciando las fotografías del viaje de novios, los colores se han vuelto amarillos con el tiempo. En aquella época utilizó pegamento y tijeras para crear un mundo que aún pervive en su memoria. Desconfía de que la tecnología digital le devuelva a su compañera, pero por amor ninguna tarde falta al taller.