El tiempo


La frase de Heráclito: “Unus dies par omni” (un día es igual a todos) solo es válida si el hombre no ha reflexionado sobre el curso de su tiempo vital. ¿Qué nos desvela y qué nos oculta el tiempo a lo largo de la existencia? El tiempo posibilita la existencia del hombre y el hombre hace posible el tiempo, curiosa paradoja. Hombre y tiempo son uno para otro, pero que mal avenidos están. Hay quien no logra desprenderse del pasado, se aflige de él como de una pérdida, trata de mover hacia atrás la rueda de la vida como si pudiera recuperarse lo perdido. Para otro, lo único importante es el presente, quiere vivir a la altura de su tiempo, saciarse con cada instante. Y todavía queda el que mira fascinado al futuro, el que le gustaría salir al paso de lo venidero para controlarlo de antemano. Si cada hombre vive el tiempo de un modo diferente, no puede ser un día igual a todos. El que vive el tiempo realmente siente que el presente se interioriza y no teme al futuro inaprensible, porque en frase de Sartre el tiempo futuro es promesa de “lo que yo tengo que ser, y al mismo tiempo, puedo no serlo”

Muchos poetas nos han ofrecido su modo de sentir el tiempo, pero hay unos breves versos del guatemalteco Luis Alfredo Arango que nos transmiten con sabiduría la fuerza engullidora del tiempo.

“Llegué siempre tarde
y me sigo nutriendo
de urgente futuro
de tiempo inexplorado
de riesgos y esperas
como si fuera cierto
que renacieran los días”

Antonio Machado sintió el tiempo como pocos poetas, unos versos suyos hacen añicos el pensamiento: "Mientras que existo, la muerte no existe; cuando llega la muerte, yo ya no existo" El poeta, que espera la muerte descansando de la vida a la vereda de los caminos sorianos, entona:

"Al borde del sendero un día nos sentamos.
Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita
son las desesperantes posturas que tomamos
para aguardar... Mas Ella no faltará a la cita"