TRIUNFALISMO
Intenté ser un casanova, pero las mujeres se reían
de mí. Quise fundar un emporio comercial traficando con diamantes y
esclavos, y acabé mendigando en las calles de Calcuta. Dispuesto a
conquistar un imperio me puse al frente de un ejército de mercenarios y
sucumbimos derrotados por las moscas del desierto. Entonces leí el
Decálogo del perfecto cuentista: “No empieces una historia sin saber
desde la primera palabra adónde vas". Ese era mi problema, nunca supe
hacia donde me dirigía. Me dije, escribiré un cuento tan perfecto que...
olvidé que no se escribir.