El anuncio prometía un book fotográfico para niños con aspiraciones
artísticas. Acudieron cientos de madres con sus retoños. El fotógrafo
realizaba una instantánea de cada niño y entregaba a la madre la foto en
un bello álbum de tapas negras con remaches en bronce. Ellas,
ilusionadas iban pasando las páginas y descubrían con alborozo que en
cada una la foto se repetía, pero su hijo había crecido. Allí estaba el
adolescente con espinillas que un día sería, el joven casadero, el
hombre maduro con canas. Era hermoso verlas reír de alegría al
contemplar en un instante toda la vida de sus pequeños. Fue aterrador,
en cambio, cuando al pasar la última página, estaba vacía.
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