LITERATURA VISUAL

LITERATURA VISUAL © Eduardo de Benito La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón."" caption=""LITERATURA VISUAL © Eduardo de Benito La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón.

La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón.