CUESTIÓN DE FE
Juan Panadero es tullido de una pierna, siendo
niño aquella no quiso crecer más y se quedó canija. Cada tarde se dirige
renqueante a la panadería que heredó de su padre. Allí trabaja toda la
noche cociendo hogazas de pan candeal. Al amanecer, antes de volver a
casa, entra un momento en la Iglesia y agradece a Dios haberle dado doce
hijos sanos, hermosos y tan diferentes a él. Hace años su mujer le
contó un milagro: "Una noche, mientras estabas en la panadería, el Señor
me concedió quedar preñada con solo pensar en ti". En el pueblo
murmuran que el milagro es que no haya parido mil hijos.