TECNOLOGÍA
Al morir su marido el mundo comenzó a desmoronarse.
Primero fueron pequeños detalles, el cenicero limpio la privaba del
placer de rezongar por el olor de las colillas; en la cocina, como en el
amor, la soledad es frustrante y dejó de guisar; lo terrible vino
cuando el reloj se fatigó y las horas transcurrían con exasperante
lentitud. Fue entonces cuando tomó la decisión. Se deshizo del
smartphone y mandó instalar en el dormitorio un viejo teléfono con disco
para marcar. Cada noche, antes de dormirse, levanta el auricular y
escucha el ruido de la línea, distingue lejano cómo le susurra su marido
una conversación romántica con lluvia de fondo