Todos los días se repite la escena. Cuando se sosiega
nuestra pasión mi novio se queda en la cama y yo voy al cuarto de baño.
Entonces aparece ella. Se para frente a mí, desafiante. Si me retoco el carmín,
ella también toma su lápiz labial; coge su peine cuando me peino, me examina. Incluso
en mi desnudez trata de parecerse. Se ha pintado un
lunar sobre el pecho izquierdo, pero se equivoca, el mío está en el seno
derecho. Está más delgada, seguramente avejentada por culpa de los celos. Y
aunque usa mi pintura de labios, se peina igual que yo, es, sin embargo, muy
diferente, hay sarcasmo en sus ojos. Noto su odio como una garra en el cuello.
Sé que quiere ocupar el hueco que dejo en la cama, que lo quiere a él. No lo
conseguirá. He colocado una pistola en su sien. En unos instantes me habré
librado de ella.
LAS MATA BIEN MUERTAS, UNA HISTORIA DE NUESTRO TIEMPO
Hombres, mujeres y niños, voy a contaros una historia insignificante
que tiene moraleja. Había una vez un dragón al que llamaban Falondrón.
Cabeza de gallo y cuerpo de lagarto, galligarto ponzoñoso, más perverso
que un sacristán, con rabo de látigo inquieto y zapatones de alguacil
mayor. Vivía en el foso de un viejo castillo.
Allí hay una cueva en tinieblas como ojo de ciego, pozo tormentoso
donde vierten las alcantarillas de la fortaleza. Aquellas aguas
hediondas le han colmado de fatalismo y rencor. Es un revolucionario, un
paria que ha leído a Marx, y al que teme el pueblo manso y
biempensante. “¡Que vivan los que no pagan impuestos ni temen
admoniciones y les importa una higa la Patria!”, ruge desde su cueva con
pestilente aliento, incitando a la revolución. Cada festividad del
Corpus el pueblo ofrece a Falondrón una moza blanca como torta de queso
con que aplacar sus ardores revolucionarios. Cierta vez cambiaron la
donación de la doncella por la bolsa testicular de un obispo repleta de
monedas de oro, pero aquel año el dragón persiguió a solteras y casadas
bramando encelado. De tal desorden quedó preñada la molinera, viuda
todavía en buena edad, y a su tiempo nació Rabín. El muchacho había
sacado de su padre un rabo de lagartija, que la madre se empeñaba en que
mantuviese oculto en un bolsillo de tela que le cosió en los fondillos
del calzón. Transcurrido un año la asamblea de vecinos eligió nueva moza
para la ofrenda. Una joven con la alegría del confeti en la risa.
“Falondrón ya da lustre a sus colmillos y brillo a su aguijón para
regocijo de niños y espanto de paisanos”, recita en la plazuela un
ciego. La molinera, sintiendo celos y dispuesta a evitar la coyunda,
regaló a la joven un bote de insecticida Raid. Desde entonces el pueblo
paga feliz sus impuestos.
BÍBLICO
Jesús dijo: "Es más fácil que un camello pase por el
ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos". Respondió
el rico: "¡Matad a todos los camellos!".
LA CULPA ES DE NEWTON
En aquel cantón de queso emmental, donde
los relojes de cucú anidan en los árboles, vivía un ballestero llamado
Guillermo. Se hizo famoso en otro tiempo por atravesar con una flecha
una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo. Los hombres justifican su
existencia con estos actos irrelevantes. Ducho en el arte de la
puntería, se ejercitaba a diario con un cajón de manzanas. Certera,
ninguna flecha dejó de partir en dos el fruto del Paraíso. Murió una
noche, asaltado por un grupo de bandidos. Fallaron todas sus flechas.
Ninguno llevaba una manzana.
GRAN ENCICLOPEDIA DEL PANEGÍRICO
Soy asiduo visitante de bautizos y entierros. Las bodas no me motivan,
lo confieso. Intento dar testimonio de cuanto sucede a un hombre solo, y
no hay mayor soledad que la de ese niño aún ciego y sordo a las
promesas del futuro o ese difunto que yace lejano, ya indiferente a esos
rostros afligidos que lo rodean. Tomo nota de lo que dicen los oradores,
sus palabras se alzan hacia la bóveda del templo inconsistentes como
globos de helio. Nacer y morir estimulan una oratoria sentimental, vacua
y de efectos sorprendentes sobre el intelecto. He visto a padres
temblar de felicidad imaginando que su criatura aplanaba la tierra,
cortaba los árboles y colocaba las piedras para alzar una casa,
ignorantes de que será de ceniza, como un amigo del difunto recordará
muchos años más tarde, trémulo y compungido. Con la minuciosa eficacia
de un notario registro cada palabra pronunciada. Estoy escribiendo un
diccionario del panegírico, la loa, el encomio en estas celebraciones.
Un monumento a la oratoria. Tras diez años de exhaustivo trabajo hoy
quise revisar mis notas. El cuaderno estaba en blanco. Ninguna esperanza
vertida en los bautizos, ninguna alabanza dicha sobre el difunto fue
respetada por el tiempo.
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UN VAMPIRO EN MADRID
El claro de una plazuela alumbrado por la luz anémica de una farola; es
un barrio enamorado de su desdicha. La mala suerte viaja en taxi y las
desgracias se tienden a orear en las ventanas. Madrid, años tantos tras
la crisis. Las sombras se han adelgazado por el hambre y la esperanza
usa bufanda. Un hombre se desliza contra el muro de las casas, el rostro
demacrado atestigua que solo se alimenta de aspirinas y mala leche. La
huelga de ganaderos ha puesto a Drácula al borde de la anemia. Es el
último fantasma real de una España expresionista en blanco y negro.
Acaba de abandonar su catafalco en busca de trabajo. La fachada del
Teatro Price, temblona y desmemoriada, tiene un feroz apetito de
artistas nuevos. Por su puerta han entrado atléticos militares,
contorsionistas diputados en Cortes y hasta algún enano que llegó a
presidente de gobierno. Pero el público, con feroz apetito, exige
constantemente nuevos espectáculos. “¿Qué sabe hacer?”, le pregunta el
director con guasa. “¿Beber sangre? Eso está muy visto, acabo de
despedir a un banquero que bordaba el número. ¡Ah, que se puede
convertir en un murciélago!”. Un patético revoloteo de gallina por
respuesta. Drácula está viejo y deslucido, demasiado manoseado por los
amantes de los mitos. “No tiene acomodo como artista, pero puede
anunciar nuestra comedia sobre Nosferatu. Junto a los urinarios góticos,
en el vestíbulo del teatro, Drácula sostiene un cestillo con los
programas. Le han maquillado de muerto, su aspecto natural no resultaba
convincente.
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RECORTES JUSTIFICADOS
"¡Ay de mi, que amo las escarolas con aceite, el salutífero brécol y la
enamorada alcachofa y detesto la carne casquivana, con su
estremecimiento de placer avieso!", clamaba el hombre lobo, al que
exhibían en una jaula en la plaza del pueblo durante la festividad del
santo patrono. Lo transportaron en andas las Hermanas Sibilinas, entre
jaculatorias y credos para alejar la
tentación del pecado carnal. Aquella mañana lo habían pillado rondando
la huerta del convento, famélico. Tomás de Torquemada, un hombre
piadoso, ordenó que por su bien le consumiese el fuego de la hoguera.
Luego se retiró a terminar un tratado moral sobre los peligros de la
carne y las virtudes de la dieta vegetariana
UN ASESINO
Aquel era un hombre honrado. Acuciado por la necesidad de sus hijos
entró en el supermercado y robó una barra de pan. Fue condenado a cadena
perpetua por haber matado el hambre.
MEDITACIÓN EN EL MUSEO
Lo más sorprendente de los pintores inmortales es que todos están muertos.
GENIALIDAD
Desde niño quise ser un genio, uno de esos grandes hombres que admira la humanidad. Aspiraba a parecerme Vincent Van Gogh, sin la locura; a Ernst Hemingway sin el alcoholismo; a Ludwig van Beethoven sin la sordera; a Pablo Picasso sin los millones. Según crecí me fui liberando de la arrogancia, la vanidad y la soberbia, pasiones que turban el intelecto de los grandes hombres, pero también de la bondad, la sencillez y la humildad, pues son debilidades incompatibles con un triunfador. Hoy, frente al espejo, no no aparecía mi reflejo. Me había vaciado y lamentablemente los espejos no han aprendido a mentir.
CANIVAL
Tengo un sueño extraño. Me han cortado las piernas,
los brazos, la cabeza, que flotan en el dormitorio. Alguien a mi lado
susurra, se están repartiendo mis miembros Despierto aterrorizado,
envuelto en un sudor frío. Me palpo las extremidades y no las encuentro.
Oigo la voz de mamá, que me llama desde la cocina. Está preparando el
fiambre para el desayuno.
ESPERANDO A GODOT
Estas líneas son una pequeña reflexión sobre una de la obra literaria
que más ha marcado mi visión del arte, que durante décadas ha sido la
candela que alumbró mi camino y el viento que impulsó mi amor a la
literatura.
Se alza el telón. El escenario no comunica, no emociona, no augura nada. Una carretera en cualquier lugar. Y un árbol, no un árbol magnífico, el esqueleto sarmentoso de un arbolillo seco. Dos hombres entran en escena, tan vacíos de fe y futuro como el decorado. Su existencia no tiene más sentido que esperar a alguien llamado Godot. Y esta vaciedad marca un punto culminante en la literatura, un antes y un después. El autor escribe la obra de teatro para ser representada, el sentido de ese "para" exige la presencia de un público. Quizás por eso el teatro es el género literario menos leído. La consecuencia es que el texto dramático se convirtió en muchas ocasiones en mero pretexto de la acción teatral. Ya lo vio Roland Barthes cuando escribe en sus Ensayos Críticos: "¿Qué es la teatralidad? Es el teatro sin el texto, es un espesor de signos y sensaciones que se edifica en la escena a partir del argumento escrito, esa especie de percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge el texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior".
Becket con su Godot creó un nuevo público. La necesidad de mentir ha creado la retórica. La necesidad de creernos las mentiras creó el teatro. Declamatorio, retórico unas veces, visceral y sangrante otras, el teatro ha marcado el canon occidental. Cuando Occidente apuesta por el nacimiento de la nueva tragedia que Nietzsche vaticinó y por la que Antonin Artaud se evisceró, en los años en que la escena europea apuesta por las nuevas máscaras: Joseph Svoboda con su "Linterna Mágina", Jerzy Grotowsky con su laboratorio de "teatro pobre", Peter Brook con su "espacio vacío", se estrena en Paris "Esperando a Godot". Una sola pieza dramática ha bastado para situar a Samuel Beckett en la cumbre de la dramaturgia occidental de todos los tiempos. Crea Beckett un universo autocontenido, que solo se refiere a sí mismo, y refleja la situación límite del hombre contemporáneo, su incapacidad de comunicarse con el lenguaje, palabras gastadas por el uso, vaciadas de humanidad, porque como dice en una atmósfera patética Hamm, otro personaje beckeriano, "nada es más cómico que la desventura". Lo que más me impresiona de Beckett, de Esperando a Godot, es que con un lenguaje muerto, en el siglo de la teatralidad y no de la palabra, del actor y no del rapsoda, devuelve al teatro todo el valor del texto, de la oratoria, del lenguaje frente al cuerpo. Con una sola obra Beckett consigue empalidecer la dramaturgia de Ionesco, Genêt, Adamov o Dürenmatt, por poner ejemplos brillantes de sus contemporáneos, y no lo hace mostrando verdades últimas, sino palabras devaluadas, tan insignificantes que rozan la frontera del silencio y tan trágicas, que hiriendo el corazón de la Tragedia nos mantienen en los territorios del arte puro, sin metafísica, sin ideología, pura libertad. "Es preciso decir palabras, mientras haya palabras, es preciso decirlas hasta que ellas me encuentren. Nunca me callaré", dice el personaje de El Innombrable. Leer "Esperando a Godot" es una comunión con arte en su grado más puro.
Se alza el telón. El escenario no comunica, no emociona, no augura nada. Una carretera en cualquier lugar. Y un árbol, no un árbol magnífico, el esqueleto sarmentoso de un arbolillo seco. Dos hombres entran en escena, tan vacíos de fe y futuro como el decorado. Su existencia no tiene más sentido que esperar a alguien llamado Godot. Y esta vaciedad marca un punto culminante en la literatura, un antes y un después. El autor escribe la obra de teatro para ser representada, el sentido de ese "para" exige la presencia de un público. Quizás por eso el teatro es el género literario menos leído. La consecuencia es que el texto dramático se convirtió en muchas ocasiones en mero pretexto de la acción teatral. Ya lo vio Roland Barthes cuando escribe en sus Ensayos Críticos: "¿Qué es la teatralidad? Es el teatro sin el texto, es un espesor de signos y sensaciones que se edifica en la escena a partir del argumento escrito, esa especie de percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge el texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior".
Becket con su Godot creó un nuevo público. La necesidad de mentir ha creado la retórica. La necesidad de creernos las mentiras creó el teatro. Declamatorio, retórico unas veces, visceral y sangrante otras, el teatro ha marcado el canon occidental. Cuando Occidente apuesta por el nacimiento de la nueva tragedia que Nietzsche vaticinó y por la que Antonin Artaud se evisceró, en los años en que la escena europea apuesta por las nuevas máscaras: Joseph Svoboda con su "Linterna Mágina", Jerzy Grotowsky con su laboratorio de "teatro pobre", Peter Brook con su "espacio vacío", se estrena en Paris "Esperando a Godot". Una sola pieza dramática ha bastado para situar a Samuel Beckett en la cumbre de la dramaturgia occidental de todos los tiempos. Crea Beckett un universo autocontenido, que solo se refiere a sí mismo, y refleja la situación límite del hombre contemporáneo, su incapacidad de comunicarse con el lenguaje, palabras gastadas por el uso, vaciadas de humanidad, porque como dice en una atmósfera patética Hamm, otro personaje beckeriano, "nada es más cómico que la desventura". Lo que más me impresiona de Beckett, de Esperando a Godot, es que con un lenguaje muerto, en el siglo de la teatralidad y no de la palabra, del actor y no del rapsoda, devuelve al teatro todo el valor del texto, de la oratoria, del lenguaje frente al cuerpo. Con una sola obra Beckett consigue empalidecer la dramaturgia de Ionesco, Genêt, Adamov o Dürenmatt, por poner ejemplos brillantes de sus contemporáneos, y no lo hace mostrando verdades últimas, sino palabras devaluadas, tan insignificantes que rozan la frontera del silencio y tan trágicas, que hiriendo el corazón de la Tragedia nos mantienen en los territorios del arte puro, sin metafísica, sin ideología, pura libertad. "Es preciso decir palabras, mientras haya palabras, es preciso decirlas hasta que ellas me encuentren. Nunca me callaré", dice el personaje de El Innombrable. Leer "Esperando a Godot" es una comunión con arte en su grado más puro.
PAISAJE TRAS LA BATALLA
De la densa niebla emergió, horrísono y
atemorizante, el ejército enemigo. Nos superaban en miles, en millones
de disciplinados soldados. Nosotros solo éramos un puñado de hombres y
mujeres atemorizados. Sabíamos que contaban con sofisticadas armas de
destrucción masiva. No fue sino después de la derrota, cuando la mayoría
de nuestros enemigos yacía muertos o agonizantes, que descubrieron
cuales eran nuestras armas: la razón y la verdad.
AMOR DE MADRE
El anuncio prometía un book fotográfico para niños con aspiraciones
artísticas. Acudieron cientos de madres con sus retoños. El fotógrafo
realizaba una instantánea de cada niño y entregaba a la madre la foto en
un bello álbum de tapas negras con remaches en bronce. Ellas,
ilusionadas iban pasando las páginas y descubrían con alborozo que en
cada una la foto se repetía, pero su hijo había crecido. Allí estaba el
adolescente con espinillas que un día sería, el joven casadero, el
hombre maduro con canas. Era hermoso verlas reír de alegría al
contemplar en un instante toda la vida de sus pequeños. Fue aterrador,
en cambio, cuando al pasar la última página, estaba vacía.
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PENSAMIENTOS INTERRUPTUS
La sentencia del juez fue severa, le daba a elegir entre ser idiota, poeta o loco. Eligió las tres cosas y le llamaron profeta.
El emperador ordenó su muerte. El filósofo, estoico, no pestañeó, sonrió, inclinó la cabeza y se abrió las venas. La inmortalidad brotó por ellas.
El lector se transformó en el libro cuando leyó el conjuro de aquel viejo tratado de magia.
Era un amante tan cobarde, que cuando llegó la tormenta de pasiones abrió el paraguas para no mojarse.
El emperador ordenó su muerte. El filósofo, estoico, no pestañeó, sonrió, inclinó la cabeza y se abrió las venas. La inmortalidad brotó por ellas.
El lector se transformó en el libro cuando leyó el conjuro de aquel viejo tratado de magia.
Era un amante tan cobarde, que cuando llegó la tormenta de pasiones abrió el paraguas para no mojarse.
HUMILDAD
Mi mujer dice que soy un fantasma, un presuntuoso. Yo
lo niego y defiendo mi modestia. Pero ella insiste en llamarme fantasma,
como prueba muestra mi esquela en el diario, es la más grande y
ostentosa. Avergonzado me envuelvo en la sábana y desaparezco.
TRIUNFALISMO
Intenté ser un casanova, pero las mujeres se reían
de mí. Quise fundar un emporio comercial traficando con diamantes y
esclavos, y acabé mendigando en las calles de Calcuta. Dispuesto a
conquistar un imperio me puse al frente de un ejército de mercenarios y
sucumbimos derrotados por las moscas del desierto. Entonces leí el
Decálogo del perfecto cuentista: “No empieces una historia sin saber
desde la primera palabra adónde vas". Ese era mi problema, nunca supe
hacia donde me dirigía. Me dije, escribiré un cuento tan perfecto que...
olvidé que no se escribir.
PARÁFRASIS DE MONTERROSO
Es frecuente no publicar, no escribir,
no pensar. Pero existen los que recorren este camino en sentido
contrario: no pensar, escribir, publicar. Y a estos les llamamos
maestros.
SANIDAD PÚBLICA
Agonizante en la cruz, Jesús clamó: "Dios mío, por qué me has
abandonado" Y desde lo alto descendió atronadora la voz de Yavé: "Estás
en la lista de espera"
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CUESTIÓN DE FE
Juan Panadero es tullido de una pierna, siendo
niño aquella no quiso crecer más y se quedó canija. Cada tarde se dirige
renqueante a la panadería que heredó de su padre. Allí trabaja toda la
noche cociendo hogazas de pan candeal. Al amanecer, antes de volver a
casa, entra un momento en la Iglesia y agradece a Dios haberle dado doce
hijos sanos, hermosos y tan diferentes a él. Hace años su mujer le
contó un milagro: "Una noche, mientras estabas en la panadería, el Señor
me concedió quedar preñada con solo pensar en ti". En el pueblo
murmuran que el milagro es que no haya parido mil hijos.
SE COMPRAN FANTASÍAS USADAS
El locuaz chamarilero montó su
tenderete en la plaza de unos de esos pueblos de España llenos de
modorra, donde el sol sale cada día por una esquina diferente. Sobre la
mesa ofrece la lámpara de Aladino, el cuerno del unicornio y la Oración
contra la Impotencia, primorosamente caligrafiada en su fábrica de rezos
por las monjas Sibaritas. Elipio, desde que enviudó, siente
la soledad agarrada al estómago como la coz de un buey. Por eso no pudo
evitar detenerse cuando el feriante anunciaba: "¿Soltero? Le doy a mi
hija. ¿Mujeriego? Se la presto. ¡No es bueno que el hombre esté solo!".
Y Elipio compró una caja, no una caja cualquiera, sino una preciosa caja de hojalata en cuya cubierta estaba escrito: "Fantasías usadas". Pensó que tal vez en ella reencontrase sus fantasías de mozo, la de aquella noche de fiesta en el pueblo en que vio por primera vez a María y supo que quería estar a su lado toda la vida, la de la boda que se retrasó por la muerte de su padre, la del hijo que tanto desearon y que la maldita varicela les robó antes de nacer dejando a María estéril.
En casa, abatido en su abandono, abrió la caja y encontró en su interior una daga y un cuadernillo con instrucciones para acabar con la soledad. Fiel a las indicaciones tomó la daga y se la hincó en el costado izquierdo, cerca del corazón, para extraer la costilla con que recobrar a la compañera perdida. Lo último que oyó fue la sirena de una ambulancia. Cuando abrió los ojos María estaba allí
Y Elipio compró una caja, no una caja cualquiera, sino una preciosa caja de hojalata en cuya cubierta estaba escrito: "Fantasías usadas". Pensó que tal vez en ella reencontrase sus fantasías de mozo, la de aquella noche de fiesta en el pueblo en que vio por primera vez a María y supo que quería estar a su lado toda la vida, la de la boda que se retrasó por la muerte de su padre, la del hijo que tanto desearon y que la maldita varicela les robó antes de nacer dejando a María estéril.
En casa, abatido en su abandono, abrió la caja y encontró en su interior una daga y un cuadernillo con instrucciones para acabar con la soledad. Fiel a las indicaciones tomó la daga y se la hincó en el costado izquierdo, cerca del corazón, para extraer la costilla con que recobrar a la compañera perdida. Lo último que oyó fue la sirena de una ambulancia. Cuando abrió los ojos María estaba allí
LA ESPUMA DEL AMOR
DESTINO
Se conocieron en Facebook. Enamorados intercambiaban correos, fotos, poemas, con arrebatado romanticismo. El día en que por fin se encontraron en el lecho nupcial se les olvidó llevarse el botón "Me gusta". Al día siguiente, desilusionados se divorciaron.
SURREALISTA
Una vez que has pronunciado la palabra bienquisto hay que dejar pasar algo de tiempo para que se recompongan el aire y nuestro corazón, le dijo el poeta a su novia. Y su novia se buscó una pareja de complexión más atlética.
PRECOZ
Cuentan que cuando el poeta romano Publio Ovidio Nasón se sentó a escribir su poema erótico didáctico "Arte de Amar", puso tanto ardor en los primeros versos que la ansiedad le hizo una mala pasada. No lo pudo culminar.
Se conocieron en Facebook. Enamorados intercambiaban correos, fotos, poemas, con arrebatado romanticismo. El día en que por fin se encontraron en el lecho nupcial se les olvidó llevarse el botón "Me gusta". Al día siguiente, desilusionados se divorciaron.
SURREALISTA
Una vez que has pronunciado la palabra bienquisto hay que dejar pasar algo de tiempo para que se recompongan el aire y nuestro corazón, le dijo el poeta a su novia. Y su novia se buscó una pareja de complexión más atlética.
PRECOZ
Cuentan que cuando el poeta romano Publio Ovidio Nasón se sentó a escribir su poema erótico didáctico "Arte de Amar", puso tanto ardor en los primeros versos que la ansiedad le hizo una mala pasada. No lo pudo culminar.
A FAVOR DE LA CULTURA
En el año 291 la Biblioteca de Alejandría
fue devastada por los cristianos procedentes de Tebaida. En el siglo
XIII santo Domingo de Guzmán ordenó que se quemasen los libros
albigenses por considerarlos heréticos. En 1562 el arzobispo Diego de
Landa prendió fuego en Yucatán a los códices mayas. Siguiendo tan
honorables modelos hoy he rociado de gasolina al petimetre que me ganó
en el último concurso literario.
FILOSOFISMAS
Hay hombres que como los caracoles llegan a la cima a fuerza de arrastrarse.
No acaricies demasiado una idea o se volverá una idea viciosa.
El hombre con agallas, como el pez, muere por la boca.
Aquel hombre llevaba una doble vida, por eso frente al espejo jugaba un póquer a cuatro manos.
En el cementerio de mi pueblo hay vieja tumba con el epitafio: "Entra sin pedir permiso". Hasta hoy nadie ha aceptado tan amable invitación.
TECNOLOGÍA
Al morir su marido el mundo comenzó a desmoronarse.
Primero fueron pequeños detalles, el cenicero limpio la privaba del
placer de rezongar por el olor de las colillas; en la cocina, como en el
amor, la soledad es frustrante y dejó de guisar; lo terrible vino
cuando el reloj se fatigó y las horas transcurrían con exasperante
lentitud. Fue entonces cuando tomó la decisión. Se deshizo del
smartphone y mandó instalar en el dormitorio un viejo teléfono con disco
para marcar. Cada noche, antes de dormirse, levanta el auricular y
escucha el ruido de la línea, distingue lejano cómo le susurra su marido
una conversación romántica con lluvia de fondo
ILEGAL
Unos vinieron huyendo de guerras, desolaciones o dictaduras, a otros,
tal vez menos heroicos, les daban como a Vallejo duro con un palo y duro
también con una soga, pero todos buscaban su trozo de futuro, su
derecho a soñarse un ángel. Uno tal vez es médico, otro pudo escribir
un brillante tratado sobre la inmaterialidad del ser, aquel aún
conserva mil ilusiones juveniles, la vida le impidió cumplirlas
poniéndole a trabajar siendo un niño. Pero todos, absolutamente todos, a
la noche se sientan a la mesa y marcan rutas de viajes imaginarios en
los fraudulentos mapas del mundo.
EL NIÑO Y LA MUERTE
Hay acontecimientos que nos hacen sentir que la distancia entre la vida y
la muerte es delgada como un cabello. A mí se me reveló lo caprichoso
del destino por sorpresa. Hace años que trabajo de celador en el
pabellón para enfermos terminales de un hospital. He visto morir a mucha
gente. El dolor ajeno se hace cotidiano y los sentimientos se embotan,
pero cierta noche, estando de guardia,
fui testigo de algo que no puedo olvidar. Encontré a la muerte sentada a
los pies de la cama de un niño. Conversaban.
—¿Por qué has venido a verme? —le preguntó el niño.
—Vamos a hacer un largo viaje y has de estar preparado —respondió ella.
—Toma mi cuaderno y estos lápices de colores, hazme un dibujo —pidió el pequeño.
La muerte tomó el cuaderno, pero al instante se lo devolvió.
—No me gusta la gente que me engaña, no hay ningún dibujo —protestó el niño.
—¡No perdamos tiempo, dame la mano, tenemos mucho camino! —exclamó la muerte. —Espera, déjame regalarte algo —el niño comenzó a dibujar. Al rato había acabado y le entregó su obra.
—Es el retrato de mi madre. Eres igual que ella el día en que papá me dijo que se había ido para siempre.
Vi una lágrima temblar en las mejillas de la muerte. A mí lo que me temblaban eran las piernas. La Muerte se puso en pie.
—Tengo que irme —dijo.
—¡Espera, no te olvides del dibujo! —gritó el niño, pero ella ya no estaba allí.
—¿Por qué has venido a verme? —le preguntó el niño.
—Vamos a hacer un largo viaje y has de estar preparado —respondió ella.
—Toma mi cuaderno y estos lápices de colores, hazme un dibujo —pidió el pequeño.
La muerte tomó el cuaderno, pero al instante se lo devolvió.
—No me gusta la gente que me engaña, no hay ningún dibujo —protestó el niño.
—¡No perdamos tiempo, dame la mano, tenemos mucho camino! —exclamó la muerte. —Espera, déjame regalarte algo —el niño comenzó a dibujar. Al rato había acabado y le entregó su obra.
—Es el retrato de mi madre. Eres igual que ella el día en que papá me dijo que se había ido para siempre.
Vi una lágrima temblar en las mejillas de la muerte. A mí lo que me temblaban eran las piernas. La Muerte se puso en pie.
—Tengo que irme —dijo.
—¡Espera, no te olvides del dibujo! —gritó el niño, pero ella ya no estaba allí.
el muro
En los Rollos de Qumrán, conocidos como los manuscritos del Mar Muerto,
se puede leer la historia de un muro que los hombres construyeron al
inicio de los siglos con el fin de separarse del loco que llevaba siete
jornadas creando monstruos, aquel cuya soberbia es capaz de un castigo
eterno por morder una manzana. Protegidos tras el muro, no hemos sabido
que pasó con el loco. Quizás siga al
otro lado creando mundos imposibles, quizás se fue. Nos sentimos
protegidos a este lado de la tapia, pero algunos dicen ser sus
representantes y quieren dictarnos el modo en que hemos de vivir, otros
niegan que el loco y el muro hubieran existido alguna vez. Y, por
supuesto, estamos los que afirmamos que el símbolo de este mundo y
nuestra libertad es el muro.
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APOCALIPSIS
Cada mañana el último hombre del mundo entra en una librería de viejo, toma un libro al azar, se sienta y lee. Al instante todo vuelve a vivir: el canto de las aves, la melodía del viento, el bullicio de las ciudades, las voces de los niños... entonces escucha golpes fuera, alguien araña la puerta, acecha. Asustado cierra el libro. Los ruidos cesan de inmediato. En el exterior ha retornado el vacío y se siente más solo que nunca. Marca la página doblando una esquina. Es la eternidad.
UN HOMBRE DE NUESTRO TIEMPO
En la vida cotidiana Rosendo, al igual que otros muchos superhéroes de
los comics, oculta su identidad tras un empleo vulgar. Es bedel en el
Ministerio de Sanidad, pero de vez en cuando tiene que usar sus
superpoderes, incluso sin desprenderse de su uniforme gris con botones
dorados. Cierto día una mujer inmigrante llegó desesperada al
Ministerio, su hijo de pocos años estaba
enfermo y no le atendía la sanidad pública. No le dieron respuesta a
sus necesidades. Rosendo, que no le teme a la criptonita de los
recortes, aguardó a que fuese la última hora de la tarde, cuando todos
los funcionarios abandonan el edificio, momento en el que tiene que
comprobar que las luces están apagadas y las puertas cerradas. Ese día
aprovechó además para sellar a escondidas un certificado que acredita
que el niño tiene derecho a asistencia médica. Aquella noche, en su
piso, su mujer le vio flotando unos pocos centímetros por encima del
parquet. Nunca un superhéroe había volado tan alto.
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LITERATURA VISUAL
LITERATURA VISUAL
© Eduardo de Benito
La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón."" caption=""LITERATURA VISUAL
© Eduardo de Benito
La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón.
La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que
el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido
una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje
nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a
cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en
ser cuestionada. El impacto emotivo que
en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema,
era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero
eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para
ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser
degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel
Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos
años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura
visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de
transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la
avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura
de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen
versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos
consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que
despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el
creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido
legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera
creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner
Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven
sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han
hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al
descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un
trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o
cartelón.
EL BIBLIOTECARIO
A finales del año 323 a. de C. Ptolomeo instaló su corte en la ciudad
de Alejandría. Orgulloso de los pergaminos que atesoraba la biblioteca
ordenó a sus alquimistas crear un perfume que contuviese la sabiduría de
todos los libros. Encargo más sencillo que buscar el oro alquímico,
comenzaron con celo la labor. Calcinaron libros, trituraron sus cenizas y
las maceraron. Con alambiques
destilaron las esencias, concentrando en unas gotas de aceite todo el
saber de la humanidad. Cuando el pavoroso incendio arrasó la biblioteca,
un hombre salvó la redoma que contenía el preciado perfume. Desde hace
dos mil años recorre el mundo. El viento que le empuja parece haber sido
convocado por los mismos dioses. Protege la sabiduría de la avaricia de
reyes y sumos sacerdotes, quienes conocedores de que la ignorancia hace
esclavos quieren secuestrarla.
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MARABUNTA
Cada mañana acude atemorizado
a su puesto de trabajo. A fuerza de vejaciones y abusos, la falta de
alternativas y temeroso de quedarse en el paro, se hace día a día más
pequeño, se encoge, parece cada vez más insignificante. Ayer, al fin,
desapareció por completo, dejó tras de sí ausencia, vacío. Aún así, el
jefe se encolerizó con el hueco que dejaba tras su mesa de trabajo,
molesto porque al desvanecerse había quedado una pequeña mancha sobre
la silla. Entonces comenzó a escucharse un rumor de enjambre, una
revolución que venía de la calle. Avanzando en oleadas, miles, millones
de diminutas hormigas arrasaban todo a su paso. Era apenas un soplo de
dignidad, que crecía, se hacía un vendaval, un huracán. Del jefe no ha
quedado más que un esqueleto blanqueado a su paso, pero ese alimento les
ha hecho crecer, y son de nuevo mujeres y hombres dignos.
TEORÍA DE LA RELATIVIDAD
Una mañana, el joven científico encontró en la mesilla de noche, junto a
su cama, un pañuelo que no recordaba que fuese suyo. Luego recibió una
carta de amor de una mujer que no conocía. Arrojó la carta a la basura y
no le dio mayor importancia. Pocos días más tarde le sorprendió la
llamada telefónica de una desconocida, que rompió a llorar
sin ser capaz de articular palabra. Colgó y se olvidó del asunto. No
había pasado una semana cuando al salir de casa una joven se abalanzó
sobre él, lloraba y le increpaba. Pudo zafarse y escapar corriendo. Hoy
la policía le ha detenido, acusado de provocar la muerte de su novia, a
la que no conoce. Una pequeña grieta en el continuo espacio tiempo le
hace maldecir a Einstein.
CINEGÉTICA
Con maña y rapidez realizó
varios pliegues en la hoja de papel y una paloma apareció entre sus
manos. Luego fueron surgiendo un tigre, un dragón y un unicornio.
Aquella jungla fantástica crecía al ritmo de sus hábiles dedos. Sintió
miedo de las fieras que le rodeaban. En silencio se calzó las botas y se
puso un pasamontañas tejido con la lana de los sueños. Canana a la
cintura, encaró la escopeta y el fogonazo, relampagueante, le despertó.
El tiro había sido impecable, al pie de la cama, sobre la alfombra,
yacía el Conejo Blanco de Alicia
DARWIN
Ese mono primitivo que encorvado
se desplaza a cuatro patas, que excrementa en la misma cueva donde
vive, aúlla, y cuyo hedor no soportan las otras bestias, olvidando sus
orígenes pronto escupirá a las estrellas. Y en nombre de la evolución
destruirá el mundo que habita.
MENSAJERÍA
Ninguna una mujer se fijó en
él, pero aún cree en el amor. Deprimido por la soledad empezó a
enviarse cartas a sí mismo. Se hacía pequeñas trampas con la ingenuidad
de que pareciesen de otro, en cada ocasión alteraba algo de la
dirección. Escribía mal su nombre, intercambiaba los apellidos, incluso
llegó a poner un número de portal distinto. Nada más desconcertante que
comprobar cómo la eficacia del servicio de correos sorteaba todas sus
argucias. Un día, al abrir el sobre, el texto le resultó extraño. No
eran los estadillos bancarios que solía enviarse. Era una apasionada
carta de amor escrita con esmerada caligrafía, tinta rosa sobre un papel
delicadamente perfumado. Supuso que se trataba de una broma de los
empleados de correos y avergonzado no se envió más cartas. Una semana
más tarde se suicidó.
En los muchos años que lleva sentada detrás de la ventanilla, en aquella impersonal oficina de correos, ha visto miles de cartas pasar por sus manos, pero nunca tuvo la oportunidad de escribir una. Aunque quisiera no tendría a quién hacerlo. Se siente abrumada por la soledad, su corazón romántico sueña con el amor cuando con calma ordena, estampilla y despacha la correspondencia de los otros. Ayer cometió un desliz, un pequeño pecado que puede costarle el puesto de trabajo. Robó una carta, la sacó escondida bajo la blusa, cerca del corazón. No le importa que vaya dirigida a un desconocido. En la habitación de la pensión donde vive la deposita con ternura sobre la cama, la abre con ansiedad, arruga la factura bancaria que contiene y redacta una apasionada declaración amorosa. A la mañana la depositará en correos para que continué hacia el destino que por unas horas le ha robado.
En los muchos años que lleva sentada detrás de la ventanilla, en aquella impersonal oficina de correos, ha visto miles de cartas pasar por sus manos, pero nunca tuvo la oportunidad de escribir una. Aunque quisiera no tendría a quién hacerlo. Se siente abrumada por la soledad, su corazón romántico sueña con el amor cuando con calma ordena, estampilla y despacha la correspondencia de los otros. Ayer cometió un desliz, un pequeño pecado que puede costarle el puesto de trabajo. Robó una carta, la sacó escondida bajo la blusa, cerca del corazón. No le importa que vaya dirigida a un desconocido. En la habitación de la pensión donde vive la deposita con ternura sobre la cama, la abre con ansiedad, arruga la factura bancaria que contiene y redacta una apasionada declaración amorosa. A la mañana la depositará en correos para que continué hacia el destino que por unas horas le ha robado.
¡ES MÍMESIS, NO MIMETISMO, ESTÚPIDO
Uno de los cuadros más conocidos de René Magritte – Ceci nést une pipe –
nos recuerda que lo que allí contemplamos es únicamente la
representación de una pipa. No he conocido forma más categórica de
mostrarnos la diferencia entre la realidad y los acontecimientos y
personajes de una obra artística, sea pintura, novela o teatro. Platón
calificó de mentira la literatura y
desde entonces cada autor establece con sus lectores un acuerdo tácito,
un contrato vergonzante al que han dado en llamar ficcionalidad. Ambas
partes saben que lo que allí se cuenta no es verdad, pero que tampoco es
mentira. La literatura no es otra cosa que una máscara. Da lo mismo
quien se esconde tras ella, no nos interesa el enmascarado, nos
interesan sus obsesiones convertidas en construcción imaginaria. El
discurso poético suspende la pretensión de decir la verdad, es otro
mundo, otra dimensión, verdad y mentira no tienen sentido. La antigua
cuestión de la estética acerca de cómo trasforman, ocultan o ponen al
descubierto la realidad las artes cobra nuevos matices. La literatura
lleva siglos tratando de defenderse del reproche hecho por Platón al
calificarla de mentira. ¿Y cómo lo ha conseguido? Suspendiendo la
pretensión de decir la verdad, en tanto no se afirme que se dice la
verdad, no hay posibilidad tampoco de mentir. Leemos una historia:
Todos los escritores son pandilleros que gustan enzarzarse en broncas por un quítame allá esas letras. Son púgiles encerrados en la ring de las palabras. Uno de esos combates despertó mi curiosidad. En 1985, durante la reunión del PEN Club en Nueva York, Vargas Llosa llamó a García Márquez cortesano de Fidel Castro. Estas declaraciones enfurecieron a Günter Grass, que un año más tarde, en una sesión del PEN Club en Hamburgo declaró a Vargas Llosa "reiterado mentiroso". Llegada la noche Vargas Llosa soñó que un ángel tullido, al que faltaba un ala, sentado a la cabecera de su cama le preguntaba por Günter Grass. La misma noche Günter Grass soñó que un ángel que exhibía torpemente los muñones de sus dos alas mutiladas le visitaba en nombre de Vargas Llosa. En la mañana, al despertar, ambos escritores descubrieron un puñado de plumas sobre la almohada.
Un texto así trata de mímesis, no de mimetismo. El lector se asoma como un voyeur al texto, lo que importa no es lo que se le cuenta, lo que importa es lo que se genera en la conciencia del lector.
Todos los escritores son pandilleros que gustan enzarzarse en broncas por un quítame allá esas letras. Son púgiles encerrados en la ring de las palabras. Uno de esos combates despertó mi curiosidad. En 1985, durante la reunión del PEN Club en Nueva York, Vargas Llosa llamó a García Márquez cortesano de Fidel Castro. Estas declaraciones enfurecieron a Günter Grass, que un año más tarde, en una sesión del PEN Club en Hamburgo declaró a Vargas Llosa "reiterado mentiroso". Llegada la noche Vargas Llosa soñó que un ángel tullido, al que faltaba un ala, sentado a la cabecera de su cama le preguntaba por Günter Grass. La misma noche Günter Grass soñó que un ángel que exhibía torpemente los muñones de sus dos alas mutiladas le visitaba en nombre de Vargas Llosa. En la mañana, al despertar, ambos escritores descubrieron un puñado de plumas sobre la almohada.
Un texto así trata de mímesis, no de mimetismo. El lector se asoma como un voyeur al texto, lo que importa no es lo que se le cuenta, lo que importa es lo que se genera en la conciencia del lector.
BREVEDAD
Leído en la portada de una vieja enciclopedia: "Abre, hermano, la puerta
de este libro. No es asesino ni incestuoso. No te hará daño.
¿CONFORMIDAD O GENIO?
Buda, anciano y ciego, meditaba en cuclillas en una rincón de su mísera
choza. Un joven discípulo que lo visitó no pudo evitar compadecerse de
su ceguera, y le preguntó: "Maestro, no echa de menos la contemplación
del rostro de la gente, el reflejo de sus pasiones? "Hijo, no sabes bien
lo que te pierdes", le respondió Buda
DIVORCIO
El fin del mundo no
fue como había leído en el Apocalipsis. Ni se levantaron los muertos ni
el ángel tocó la trompeta, ni hubo jinetes ni dragones. Aquella tarde no
llovió fuego, solo el rosa desvaído del horizonte en la terraza del
Parador Nacional en donde celebraban el trigésimo aniversario de su
matrimonio. Nada estaba saliendo como había previsto. Ni en la peor de
las pesadillas pudo imaginar que aquel hombre calvo y ordinario con el
que acababa de brindar era el joven apuesto y prometedor del que se
enamoró. Y la miraba fijamente como si ella fuese una desconocida.
Entonces se apagó el cielo.
UNA CUESTIÓN DE FE
Desde que murió su mujer acude todas las
tardes a un taller de imagen digital donde aprende a manipular
fotografías con Photoshop. El instructor le asegura que en el futuro se
podrán recrear mundos en 3D. De vuelta a casa recalienta la cena y
rápidamente toma el viejo álbum de fotos Hofmann. Pasa horas acariciando
las fotografías del viaje de novios,
los colores se han vuelto amarillos con el tiempo. En aquella época
utilizó pegamento y tijeras para crear un mundo que aún pervive en su
memoria. Desconfía de que la tecnología digital le devuelva a su
compañera, pero por amor ninguna tarde falta al taller.
UN BUEN CIUDADANO
"Se trabajador y callado y serás la alegría de tus padres y maestros",
le dijeron de niño y procuró cumplirlo. Fue un hijo ejemplar, un
trabajador ejemplar, un padre ejemplar, un esposo ejemplar. Desde que
perdió el trabajo anda desorientado. Se siente ajeno al mundo y siente
que el mundo se olvidó de él. "No molestes en casa y vete a matar el
tiempo a otra parte", le dijo su mujer. Entonces averiguó que el tiempo
mata mejor. Habían venido los de la funeraria y le estaban tomando las
medidas. Fue un muerto ejemplar. Ahora, en el limbo, se ha apuntado a un
curso de revolución urbana, pero ya es demasiado tarde.
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CÍRCULO VICIOSO
En una librería
de saldo encontró una primera edición de "El Aleph" de Jorge Luis
Borges. Con el respeto y la circunspección de quien se presenta ante un
maestro se dispuso a leer aquellas historias que siempre le fascinaron.
Apenas abrió el libro las primeras frases le embargaron en un profundo
letargo. Se vio saliendo del portal cuando pensó que pudo haber dejado
la puerta abierta y alguien le robaría el libro. Regreso al piso y
comprobó que la puerta estaba cerrada. Cuando de nuevo se encontró en la
calle pensó que al meter la llave en la cerradura pudo girarla
inadvertidamente y dejar la puerta abierta. Regresó nuevamente a su piso
y entonces despertó. El libro estaba sobre su regazo y se dispuso a
leer aquellas historias que siempre le fascinaron. Apenas abrió el libro
supo que estaba atrapado en un círculo del tiempo.
CRIMEN
Era un hermoso espejo fabricado en Murano por las
hábiles manos de un maestro cristalero conocedor de los secretos que
transmutan las arenas en reflejos irisados. Pero de un tiempo a esta
parte negras manchas cubren su superficie, dejando apenas vislumbrar el
rostro de los que a él se asoman. Lo heredó de un familiar adinerado,
que murió misteriosamente estrangulado. La investigación de
la policía no resolvió el asesinato. Ahora pasa horas frente al espejo,
quienes no lo conocen lo toman por un vanidoso narcisista. En realidad
observa la superficie del vidrio. No son manchas de azogue, son los
residuos de su alma asesina.
CORAZÓN ROTO
Él me dijo una vez: "Las mejores y más bellas
emociones no pueden ser vistas o tocadas, deben ser sentidas con el
corazón". Y mi corazón era frágil ante sus palabras, vulnerable ante sus
sonrisas. Yo estaba tan enamorada que la tarde en que me dejó le bastó
con una sola palabra para romperme el corazón. Y deseosa de venganza
también yo rompí su corazón. Lo cogí entre las manos y lo abrí para que
el aire entrara en los ventrículos y borrase su mezquino engaño. Lo más
molesto fue limpiarme la sangre.
UN SUEÑO ETERNO
Hace ya tiempo que nadie cree en los milagros, la gente ha perdido la
fe en los prodigios por culpa de la televisión pero yo sigo confiando en
los misterios del más allá.
Con los ojos levemente entornados, como hacen los miopes, la mujer leyó las cartas y me dijo con voz que sonaba como una amenaza: --- No hagas muchos planes para la próxima semana. Con un sudor frío dejé un billete sobre la mesa camilla y salí sin despedirme de la echadora de cartas. Pero fue la mejor semana de mi vida, me parecía vivir en un sueño en el que todos mis deseos se cumplían. La mujer que amo por fin se me entregó. El molesto vecino que enciende la radio cuando duermo la siesta murió de una embolia y en la lotería me ha tocado dinero suficiente para vivir varios años sin trabajar. El único contratiempo fue el empeño de mis familiares por encerrarme en esta caja de pino. |
DICTADURA DEL PROLETARIADO
Aquella noche, cuando el encargado del club de ajedrez de Moscú dobló
los tableros, guardó las piezas en sus cajitas de madera y apagó la luz,
Carlos Marx sonrió en su tumba de Londres. Al abrigo de la oscuridad
los peones asaltaron el palacio real, el enroque falló cuando la torre y
el alfil huyeron. El monarca sabe que será fusilado y que forzarán la
honradez de la reina, gozando de ella hasta el amanecer
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EL ENAMORADO
Vive para estar entre sus párpados, y ella parpadea una vez cada cinco
segundos. Un lapso que a algunos puede parecer corto, pero para él es
una existencia bastante dilatada, casi una eternidad. Cada vez que ella
cierra los ojos todo queda detenido, él deja de existir, el mundo se
apaga, cobra una inmovilidad absoluta, pero qué felicidad cuando poco
después ella crea de nuevo el mundo al
abrir los ojos. Él siente cómo su rostro se recompone, todo vuelve a su
sitio, la nariz se sitúa entre los ojos y el bigote velozmente cabalga
sobre el labio. Él sabe que sigue allí para ser contemplado por ella. Lo
malo fue el día en que ella se fijó en otro y él quedó borroso para
toda la eternidad.
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WALT DISNEY
Aladdín se enamoró de la princesa Jasmine, muchacha educada en los
rigores de la castidad. En vano trataba de obtener sus favores con
suntuosos regalos. Cerezas rojas como sangre de paloma y fuentes de
dátiles aromáticos no torcían la virtud de la joven, que celosa de su
virginidad pagaba con desdén sus dádivas. Desesperado, Aladdín frotó la
lámpara maravillosa para pedir el último
deseo de los tres que le concediera el genio. Dominado por su pasión
amorosa renuncia a la eterna juventud y a las riquezas del mundo a
cambio de rendir la decencia de la joven. Acabado de formular su deseo,
al llegar a la plaza pública, descubre a la bella Jasmine riendo
desvergonzada entre los soldados de la guardia personal del sultán.
AMOR DE CIRCO
Acudió a la cola del paro, como venía haciendo desde unas semanas atrás,
en busca de trabajo, allí encontró a la mujer que siempre había estado
esperando. Brillaba como una diosa griega en la gris cola de los
vencidos. Ella no le correspondió en su entregado amor. Para poner fin a
su desdicha de amante incomprendido se
cortó una oreja y se la envió por mensajería. Un gesto de amor supremo
ante el que ella con seguridad sucumbiría. Esperó impaciente una
respuesta que nunca llegó. Tenaz, se amputó un dedo de la mano que
remitió a su amor. Y así, sucesivamente, durante un mes, fue cortándose y
enviado partes de su anatomía sin obtener respuesta. Pero ya no le
importa, por fin ha encontrado amor y trabajo. Cada tarde le sacan a la
pista del circo donde se exhibe como el increíble hombre menguante. Y
ahora comparte su vida con la mujer tronco.
LATRÍAS
Polibio, discípulo de Epicuro de Samos, preguntó al Maestro si Dios existía y Epicuro le respondió:
—Medita, ¿tu comportamiento variaría en razón a la respuesta que des a esa pregunta?
Intrigado por la cuestión el discípulo se hizo zoólatra; no encontrando espiritualidad en los animales buscó en la androlatría consuelo, pero los hombres le defraudaron con sus mezquinas pasiones. Visitó iglesias, ermitas y oratorios... se afeitó la cabeza y se circuncidó el miembro, ninguna religión confortaba su espíritu atribulado. Entonces Polibio se dijo: "seré mi propio dios", y se hizo ególatra. Acudió al ágora el día en que se reúne la Asamblea y clamó instaurar el culto a su persona. Desterraría a los falsos dioses, a cambio prometió un gobierno justo. Los atenienses, complacidos, lo condujeron al templo y allí lo evisceraron, rellenando su cuerpo de hierbas aromáticas. Momificado lo exhiben junto a otro centenar de dioses. Desde entonces Grecia se vanagloria de no conocer guerras religiosas ni dogmatismos morales.
—Medita, ¿tu comportamiento variaría en razón a la respuesta que des a esa pregunta?
Intrigado por la cuestión el discípulo se hizo zoólatra; no encontrando espiritualidad en los animales buscó en la androlatría consuelo, pero los hombres le defraudaron con sus mezquinas pasiones. Visitó iglesias, ermitas y oratorios... se afeitó la cabeza y se circuncidó el miembro, ninguna religión confortaba su espíritu atribulado. Entonces Polibio se dijo: "seré mi propio dios", y se hizo ególatra. Acudió al ágora el día en que se reúne la Asamblea y clamó instaurar el culto a su persona. Desterraría a los falsos dioses, a cambio prometió un gobierno justo. Los atenienses, complacidos, lo condujeron al templo y allí lo evisceraron, rellenando su cuerpo de hierbas aromáticas. Momificado lo exhiben junto a otro centenar de dioses. Desde entonces Grecia se vanagloria de no conocer guerras religiosas ni dogmatismos morales.
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