MUJER CELOSA ANTE EL ESPEJO

Todos los días se repite la escena. Cuando se sosiega nuestra pasión mi novio se queda en la cama y yo voy al cuarto de baño. Entonces aparece ella. Se para frente a mí, desafiante. Si me retoco el carmín, ella también toma su lápiz labial; coge su peine cuando me peino, me examina. Incluso en mi desnudez trata de parecerse. Se ha pintado un lunar sobre el pecho izquierdo, pero se equivoca, el mío está en el seno derecho. Está más delgada, seguramente avejentada por culpa de los celos. Y aunque usa mi pintura de labios, se peina igual que yo, es, sin embargo, muy diferente, hay sarcasmo en sus ojos. Noto su odio como una garra en el cuello. Sé que quiere ocupar el hueco que dejo en la cama, que lo quiere a él. No lo conseguirá. He colocado una pistola en su sien. En unos instantes me habré librado de ella.

LAS MATA BIEN MUERTAS, UNA HISTORIA DE NUESTRO TIEMPO

Hombres, mujeres y niños, voy a contaros una historia insignificante que tiene moraleja. Había una vez un dragón al que llamaban Falondrón. Cabeza de gallo y cuerpo de lagarto, galligarto ponzoñoso, más perverso que un sacristán, con rabo de látigo inquieto y zapatones de alguacil mayor. Vivía en el foso de un viejo castillo. Allí hay una cueva en tinieblas como ojo de ciego, pozo tormentoso donde vierten las alcantarillas de la fortaleza. Aquellas aguas hediondas le han colmado de fatalismo y rencor. Es un revolucionario, un paria que ha leído a Marx, y al que teme el pueblo manso y biempensante. “¡Que vivan los que no pagan impuestos ni temen admoniciones y les importa una higa la Patria!”, ruge desde su cueva con pestilente aliento, incitando a la revolución. Cada festividad del Corpus el pueblo ofrece a Falondrón una moza blanca como torta de queso con que aplacar sus ardores revolucionarios. Cierta vez cambiaron la donación de la doncella por la bolsa testicular de un obispo repleta de monedas de oro, pero aquel año el dragón persiguió a solteras y casadas bramando encelado. De tal desorden quedó preñada la molinera, viuda todavía en buena edad, y a su tiempo nació Rabín. El muchacho había sacado de su padre un rabo de lagartija, que la madre se empeñaba en que mantuviese oculto en un bolsillo de tela que le cosió en los fondillos del calzón. Transcurrido un año la asamblea de vecinos eligió nueva moza para la ofrenda. Una joven con la alegría del confeti en la risa. “Falondrón ya da lustre a sus colmillos y brillo a su aguijón para regocijo de niños y espanto de paisanos”, recita en la plazuela un ciego. La molinera, sintiendo celos y dispuesta a evitar la coyunda, regaló a la joven un bote de insecticida Raid. Desde entonces el pueblo paga feliz sus impuestos.

BÍBLICO

Jesús dijo: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos". Respondió el rico: "¡Matad a todos los camellos!".

LA CULPA ES DE NEWTON

En aquel cantón de queso emmental, donde los relojes de cucú anidan en los árboles, vivía un ballestero llamado Guillermo. Se hizo famoso en otro tiempo por atravesar con una flecha una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo. Los hombres justifican su existencia con estos actos irrelevantes. Ducho en el arte de la puntería, se ejercitaba a diario con un cajón de manzanas. Certera, ninguna flecha dejó de partir en dos el fruto del Paraíso. Murió una noche, asaltado por un grupo de bandidos. Fallaron todas sus flechas. Ninguno llevaba una manzana.

GRAN ENCICLOPEDIA DEL PANEGÍRICO

Soy asiduo visitante de bautizos y entierros. Las bodas no me motivan, lo confieso. Intento dar testimonio de cuanto sucede a un hombre solo, y no hay mayor soledad que la de ese niño aún ciego y sordo a las promesas del futuro o ese difunto que yace lejano, ya indiferente a esos rostros afligidos que lo rodean. Tomo nota de lo que dicen los oradores, sus palabras se alzan hacia la bóveda del templo inconsistentes como globos de helio. Nacer y morir estimulan una oratoria sentimental, vacua y de efectos sorprendentes sobre el intelecto. He visto a padres temblar de felicidad imaginando que su criatura aplanaba la tierra, cortaba los árboles y colocaba las piedras para alzar una casa, ignorantes de que será de ceniza, como un amigo del difunto recordará muchos años más tarde, trémulo y compungido. Con la minuciosa eficacia de un notario registro cada palabra pronunciada. Estoy escribiendo un diccionario del panegírico, la loa, el encomio en estas celebraciones. Un monumento a la oratoria. Tras diez años de exhaustivo trabajo hoy quise revisar mis notas. El cuaderno estaba en blanco. Ninguna esperanza vertida en los bautizos, ninguna alabanza dicha sobre el difunto fue respetada por el tiempo.

UN VAMPIRO EN MADRID

El claro de una plazuela alumbrado por la luz anémica de una farola; es un barrio enamorado de su desdicha. La mala suerte viaja en taxi y las desgracias se tienden a orear en las ventanas. Madrid, años tantos tras la crisis. Las sombras se han adelgazado por el hambre y la esperanza usa bufanda. Un hombre se desliza contra el muro de las casas, el rostro demacrado atestigua que solo se alimenta de aspirinas y mala leche. La huelga de ganaderos ha puesto a Drácula al borde de la anemia. Es el último fantasma real de una España expresionista en blanco y negro. Acaba de abandonar su catafalco en busca de trabajo. La fachada del Teatro Price, temblona y desmemoriada, tiene un feroz apetito de artistas nuevos. Por su puerta han entrado atléticos militares, contorsionistas diputados en Cortes y hasta algún enano que llegó a presidente de gobierno. Pero el público, con feroz apetito, exige constantemente nuevos espectáculos. “¿Qué sabe hacer?”, le pregunta el director con guasa. “¿Beber sangre? Eso está muy visto, acabo de despedir a un banquero que bordaba el número. ¡Ah, que se puede convertir en un murciélago!”. Un patético revoloteo de gallina por respuesta. Drácula está viejo y deslucido, demasiado manoseado por los amantes de los mitos. “No tiene acomodo como artista, pero puede anunciar nuestra comedia sobre Nosferatu. Junto a los urinarios góticos, en el vestíbulo del teatro, Drácula sostiene un cestillo con los programas. Le han maquillado de muerto, su aspecto natural no resultaba convincente.

RECORTES JUSTIFICADOS

"¡Ay de mi, que amo las escarolas con aceite, el salutífero brécol y la enamorada alcachofa y detesto la carne casquivana, con su estremecimiento de placer avieso!", clamaba el hombre lobo, al que exhibían en una jaula en la plaza del pueblo durante la festividad del santo patrono. Lo transportaron en andas las Hermanas Sibilinas, entre jaculatorias y credos para alejar la tentación del pecado carnal. Aquella mañana lo habían pillado rondando la huerta del convento, famélico. Tomás de Torquemada, un hombre piadoso, ordenó que por su bien le consumiese el fuego de la hoguera. Luego se retiró a terminar un tratado moral sobre los peligros de la carne y las virtudes de la dieta vegetariana

UN ASESINO

Aquel era un hombre honrado. Acuciado por la necesidad de sus hijos entró en el supermercado y robó una barra de pan. Fue condenado a cadena perpetua por haber matado el hambre.

MEDITACIÓN EN EL MUSEO


Lo más sorprendente de los pintores inmortales es que todos están muertos.

GENIALIDAD

Desde niño quise ser un genio, uno de esos grandes hombres que admira la humanidad. Aspiraba a parecerme Vincent Van Gogh, sin la locura; a Ernst Hemingway sin el alcoholismo; a Ludwig van Beethoven sin la sordera; a Pablo Picasso sin los millones. Según crecí me fui liberando de la arrogancia, la vanidad y la soberbia, pasiones que turban el intelecto de los grandes hombres, pero también de la bondad, la sencillez y la humildad, pues son debilidades incompatibles con un triunfador. Hoy, frente al espejo, no no aparecía mi reflejo. Me había vaciado y lamentablemente los espejos no han aprendido a mentir.

CANIVAL

Tengo un sueño extraño. Me han cortado las piernas, los brazos, la cabeza, que flotan en el dormitorio. Alguien a mi lado susurra, se están repartiendo mis miembros Despierto aterrorizado, envuelto en un sudor frío. Me palpo las extremidades y no las encuentro. Oigo la voz de mamá, que me llama desde la cocina. Está preparando el fiambre para el desayuno.

ESPERANDO A GODOT

Estas líneas son una pequeña reflexión sobre una de la obra literaria que más ha marcado mi visión del arte, que durante décadas ha sido la candela que alumbró mi camino y el viento que impulsó mi amor a la literatura.

Se alza el telón. El escenario no comunica, no emociona, no augura nada. Una carretera en cualquier lugar. Y un árbol, no un árbol magnífico, el esqueleto sarmentoso de un arbolillo seco. Dos hombres entran en escena, tan vacíos de fe y futuro como el decorado. Su existencia no tiene más sentido que esperar a alguien llamado Godot. Y esta vaciedad marca un punto culminante en la literatura, un antes y un después. El autor escribe la obra de teatro para ser representada, el sentido de ese "para" exige la presencia de un público. Quizás por eso el teatro es el género literario menos leído. La consecuencia es que el texto dramático se convirtió en muchas ocasiones en mero pretexto de la acción teatral. Ya lo vio Roland Barthes cuando escribe en sus Ensayos Críticos: "¿Qué es la teatralidad? Es el teatro sin el texto, es un espesor de signos y sensaciones que se edifica en la escena a partir del argumento escrito, esa especie de percepción ecuménica de los artificios sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge el texto bajo la plenitud de su lenguaje exterior".

Becket con su Godot creó un nuevo público. La necesidad de mentir ha creado la retórica. La necesidad de creernos las mentiras creó el teatro. Declamatorio, retórico unas veces, visceral y sangrante otras, el teatro ha marcado el canon occidental. Cuando Occidente apuesta por el nacimiento de la nueva tragedia que Nietzsche vaticinó y por la que Antonin Artaud se evisceró, en los años en que la escena europea apuesta por las nuevas máscaras: Joseph Svoboda con su "Linterna Mágina", Jerzy Grotowsky con su laboratorio de "teatro pobre", Peter Brook con su "espacio vacío", se estrena en Paris "Esperando a Godot". Una sola pieza dramática ha bastado para situar a Samuel Beckett en la cumbre de la dramaturgia occidental de todos los tiempos. Crea Beckett un universo autocontenido, que solo se refiere a sí mismo, y refleja la situación límite del hombre contemporáneo, su incapacidad de comunicarse con el lenguaje, palabras gastadas por el uso, vaciadas de humanidad, porque como dice en una atmósfera patética Hamm, otro personaje beckeriano, "nada es más cómico que la desventura". Lo que más me impresiona de Beckett, de Esperando a Godot, es que con un lenguaje muerto, en el siglo de la teatralidad y no de la palabra, del actor y no del rapsoda, devuelve al teatro todo el valor del texto, de la oratoria, del lenguaje frente al cuerpo. Con una sola obra Beckett consigue empalidecer la dramaturgia de Ionesco, Genêt, Adamov o Dürenmatt, por poner ejemplos brillantes de sus contemporáneos, y no lo hace mostrando verdades últimas, sino palabras devaluadas, tan insignificantes que rozan la frontera del silencio y tan trágicas, que hiriendo el corazón de la Tragedia nos mantienen en los territorios del arte puro, sin metafísica, sin ideología, pura libertad. "Es preciso decir palabras, mientras haya palabras, es preciso decirlas hasta que ellas me encuentren. Nunca me callaré", dice el personaje de El Innombrable. Leer "Esperando a Godot" es una comunión con arte en su grado más puro.

PAISAJE TRAS LA BATALLA

De la densa niebla emergió, horrísono y atemorizante, el ejército enemigo. Nos superaban en miles, en millones de disciplinados soldados. Nosotros solo éramos un puñado de hombres y mujeres atemorizados. Sabíamos que contaban con sofisticadas armas de destrucción masiva. No fue sino después de la derrota, cuando la mayoría de nuestros enemigos yacía muertos o agonizantes, que descubrieron cuales eran nuestras armas: la razón y la verdad.

AMOR DE MADRE

El anuncio prometía un book fotográfico para niños con aspiraciones artísticas. Acudieron cientos de madres con sus retoños. El fotógrafo realizaba una instantánea de cada niño y entregaba a la madre la foto en un bello álbum de tapas negras con remaches en bronce. Ellas, ilusionadas iban pasando las páginas y descubrían con alborozo que en cada una la foto se repetía, pero su hijo había crecido. Allí estaba el adolescente con espinillas que un día sería, el joven casadero, el hombre maduro con canas. Era hermoso verlas reír de alegría al contemplar en un instante toda la vida de sus pequeños. Fue aterrador, en cambio, cuando al pasar la última página, estaba vacía.

PENSAMIENTOS INTERRUPTUS

La sentencia del juez fue severa, le daba a elegir entre ser idiota, poeta o loco. Eligió las tres cosas y le llamaron profeta.

El emperador ordenó su muerte. El filósofo, estoico, no pestañeó, sonrió, inclinó la cabeza y se abrió las venas. La inmortalidad brotó por ellas.

El lector se transformó en el libro cuando leyó el conjuro de aquel viejo tratado de magia.

Era un amante tan cobarde, que cuando llegó la tormenta de pasiones abrió el paraguas para no mojarse.

HUMILDAD

Mi mujer dice que soy un fantasma, un presuntuoso. Yo lo niego y defiendo mi modestia. Pero ella insiste en llamarme fantasma, como prueba muestra mi esquela en el diario, es la más grande y ostentosa. Avergonzado me envuelvo en la sábana y desaparezco.

TRIUNFALISMO

Intenté ser un casanova, pero las mujeres se reían de mí. Quise fundar un emporio comercial traficando con diamantes y esclavos, y acabé mendigando en las calles de Calcuta. Dispuesto a conquistar un imperio me puse al frente de un ejército de mercenarios y sucumbimos derrotados por las moscas del desierto. Entonces leí el Decálogo del perfecto cuentista: “No empieces una historia sin saber desde la primera palabra adónde vas". Ese era mi problema, nunca supe hacia donde me dirigía. Me dije, escribiré un cuento tan perfecto que... olvidé que no se escribir.

PARÁFRASIS DE MONTERROSO

Es frecuente no publicar, no escribir, no pensar. Pero existen los que recorren este camino en sentido contrario: no pensar, escribir, publicar. Y a estos les llamamos maestros.

SANIDAD PÚBLICA

Agonizante en la cruz, Jesús clamó: "Dios mío, por qué me has abandonado" Y desde lo alto descendió atronadora la voz de Yavé: "Estás en la lista de espera"

CUESTIÓN DE FE

Juan Panadero es tullido de una pierna, siendo niño aquella no quiso crecer más y se quedó canija. Cada tarde se dirige renqueante a la panadería que heredó de su padre. Allí trabaja toda la noche cociendo hogazas de pan candeal. Al amanecer, antes de volver a casa, entra un momento en la Iglesia y agradece a Dios haberle dado doce hijos sanos, hermosos y tan diferentes a él. Hace años su mujer le contó un milagro: "Una noche, mientras estabas en la panadería, el Señor me concedió quedar preñada con solo pensar en ti". En el pueblo murmuran que el milagro es que no haya parido mil hijos.

SE COMPRAN FANTASÍAS USADAS

El locuaz chamarilero montó su tenderete en la plaza de unos de esos pueblos de España llenos de modorra, donde el sol sale cada día por una esquina diferente. Sobre la mesa ofrece la lámpara de Aladino, el cuerno del unicornio y la Oración contra la Impotencia, primorosamente caligrafiada en su fábrica de rezos por las monjas Sibaritas. Elipio, desde que enviudó, siente la soledad agarrada al estómago como la coz de un buey. Por eso no pudo evitar detenerse cuando el feriante anunciaba: "¿Soltero? Le doy a mi hija. ¿Mujeriego? Se la presto. ¡No es bueno que el hombre esté solo!".

Y Elipio compró una caja, no una caja cualquiera, sino una preciosa caja de hojalata en cuya cubierta estaba escrito: "Fantasías usadas". Pensó que tal vez en ella reencontrase sus fantasías de mozo, la de aquella noche de fiesta en el pueblo en que vio por primera vez a María y supo que quería estar a su lado toda la vida, la de la boda que se retrasó por la muerte de su padre, la del hijo que tanto desearon y que la maldita varicela les robó antes de nacer dejando a María estéril.

En casa, abatido en su abandono, abrió la caja y encontró en su interior una daga y un cuadernillo con instrucciones para acabar con la soledad. Fiel a las indicaciones tomó la daga y se la hincó en el costado izquierdo, cerca del corazón, para extraer la costilla con que recobrar a la compañera perdida. Lo último que oyó fue la sirena de una ambulancia. Cuando abrió los ojos María estaba allí

LA ESPUMA DEL AMOR

DESTINO
Se conocieron en Facebook. Enamorados intercambiaban correos, fotos, poemas, con arrebatado romanticismo. El día en que por fin se encontraron en el lecho nupcial se les olvidó llevarse el botón "Me gusta". Al día siguiente, desilusionados se divorciaron.

SURREALISTA
Una vez que has pronunciado la palabra bienquisto hay que dejar pasar algo de tiempo para que se recompongan el aire y nuestro corazón, le dijo el poeta a su novia. Y su novia se buscó una pareja de complexión más atlética.

PRECOZ
Cuentan que cuando el poeta romano Publio Ovidio Nasón se sentó a escribir su poema erótico didáctico "Arte de Amar", puso tanto ardor en los primeros versos que la ansiedad le hizo una mala pasada. No lo pudo culminar.

A FAVOR DE LA CULTURA

En el año 291 la Biblioteca de Alejandría fue devastada por los cristianos procedentes de Tebaida. En el siglo XIII santo Domingo de Guzmán ordenó que se quemasen los libros albigenses por considerarlos heréticos. En 1562 el arzobispo Diego de Landa prendió fuego en Yucatán a los códices mayas. Siguiendo tan honorables modelos hoy he rociado de gasolina al petimetre que me ganó en el último concurso literario.

FILOSOFISMAS


Hay hombres que como los caracoles llegan a la cima a fuerza de arrastrarse.

No acaricies demasiado una idea o se volverá una idea viciosa.

El hombre con agallas, como el pez, muere por la boca.

Aquel hombre llevaba una doble vida, por eso frente al espejo jugaba un póquer a cuatro manos.

En el cementerio de mi pueblo hay vieja tumba con el epitafio: "Entra sin pedir permiso". Hasta hoy nadie ha aceptado tan amable invitación.

TECNOLOGÍA

Telefono viejo | Foto PremiumAl morir su marido el mundo comenzó a desmoronarse. Primero fueron pequeños detalles, el cenicero limpio la privaba del placer de rezongar por el olor de las colillas; en la cocina, como en el amor, la soledad es frustrante y dejó de guisar; lo terrible vino cuando el reloj se fatigó y las horas transcurrían con exasperante lentitud. Fue entonces cuando tomó la decisión. Se deshizo del smartphone y mandó instalar en el dormitorio un viejo teléfono con disco para marcar. Cada noche, antes de dormirse, levanta el auricular y escucha el ruido de la línea, distingue lejano cómo le susurra su marido una conversación romántica con lluvia de fondo

ILEGAL

Unos vinieron huyendo de guerras, desolaciones o dictaduras, a otros, tal vez menos heroicos, les daban como a Vallejo duro con un palo y duro también con una soga, pero todos buscaban su trozo de futuro, su derecho a soñarse un ángel. Uno tal vez es médico, otro pudo escribir un brillante tratado sobre la inmaterialidad del ser, aquel aún conserva mil ilusiones juveniles, la vida le impidió cumplirlas poniéndole a trabajar siendo un niño. Pero todos, absolutamente todos, a la noche se sientan a la mesa y marcan rutas de viajes imaginarios en los fraudulentos mapas del mundo.

EL NIÑO Y LA MUERTE

Hay acontecimientos que nos hacen sentir que la distancia entre la vida y la muerte es delgada como un cabello. A mí se me reveló lo caprichoso del destino por sorpresa. Hace años que trabajo de celador en el pabellón para enfermos terminales de un hospital. He visto morir a mucha gente. El dolor ajeno se hace cotidiano y los sentimientos se embotan, pero cierta noche, estando de guardia, fui testigo de algo que no puedo olvidar. Encontré a la muerte sentada a los pies de la cama de un niño. Conversaban.
—¿Por qué has venido a verme? —le preguntó el niño.
—Vamos a hacer un largo viaje y has de estar preparado —respondió ella.
—Toma mi cuaderno y estos lápices de colores, hazme un dibujo —pidió el pequeño.
La muerte tomó el cuaderno, pero al instante se lo devolvió.
—No me gusta la gente que me engaña, no hay ningún dibujo —protestó el niño.
—¡No perdamos tiempo, dame la mano, tenemos mucho camino! —exclamó la muerte. —Espera, déjame regalarte algo —el niño comenzó a dibujar. Al rato había acabado y le entregó su obra.
—Es el retrato de mi madre. Eres igual que ella el día en que papá me dijo que se había ido para siempre.
Vi una lágrima temblar en las mejillas de la muerte. A mí lo que me temblaban eran las piernas. La Muerte se puso en pie.
—Tengo que irme —dijo.
—¡Espera, no te olvides del dibujo! —gritó el niño, pero ella ya no estaba allí.

el muro

Vasija de los rollos de Qumran - Venta de textos antiguosEn los Rollos de Qumrán, conocidos como los manuscritos del Mar Muerto, se puede leer la historia de un muro que los hombres construyeron al inicio de los siglos con el fin de separarse del loco que llevaba siete jornadas creando monstruos, aquel cuya soberbia es capaz de un castigo eterno por morder una manzana. Protegidos tras el muro, no hemos sabido que pasó con el loco. Quizás siga al otro lado creando mundos imposibles, quizás se fue. Nos sentimos protegidos a este lado de la tapia, pero algunos dicen ser sus representantes y quieren dictarnos el modo en que hemos de vivir, otros niegan que el loco y el muro hubieran existido alguna vez. Y, por supuesto, estamos los que afirmamos que el símbolo de este mundo y nuestra libertad es el muro.

APOCALIPSIS


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Cada mañana el último hombre del mundo entra en una librería de viejo, toma un libro al azar, se sienta y lee. Al instante todo vuelve a vivir: el canto de las aves, la melodía del viento, el bullicio de las ciudades, las voces de los niños... entonces escucha golpes fuera, alguien araña la puerta, acecha. Asustado cierra el libro. Los ruidos cesan de inmediato. En el exterior ha retornado el vacío y se siente más solo que nunca. Marca la página doblando una esquina. Es la eternidad.

UN HOMBRE DE NUESTRO TIEMPO

En la vida cotidiana Rosendo, al igual que otros muchos superhéroes de los comics, oculta su identidad tras un empleo vulgar. Es bedel en el Ministerio de Sanidad, pero de vez en cuando tiene que usar sus superpoderes, incluso sin desprenderse de su uniforme gris con botones dorados. Cierto día una mujer inmigrante llegó desesperada al Ministerio, su hijo de pocos años estaba enfermo y no le atendía la sanidad pública. No le dieron respuesta a sus necesidades. Rosendo, que no le teme a la criptonita de los recortes, aguardó a que fuese la última hora de la tarde, cuando todos los funcionarios abandonan el edificio, momento en el que tiene que comprobar que las luces están apagadas y las puertas cerradas. Ese día aprovechó además para sellar a escondidas un certificado que acredita que el niño tiene derecho a asistencia médica. Aquella noche, en su piso, su mujer le vio flotando unos pocos centímetros por encima del parquet. Nunca un superhéroe había volado tan alto.

LITERATURA VISUAL

LITERATURA VISUAL © Eduardo de Benito La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón."" caption=""LITERATURA VISUAL © Eduardo de Benito La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón.

La música llegó a ser el mayor enemigo de la poesía, del mismo modo que el peor enemigo de la pintura es la literatura. La poesía ha producido una conciencia de sí que se sustenta sobre el ideal de un lenguaje nuclear, estable y autosuficiente. La era digital nos ha llevado a cuestionar la realidad y recrearla de nuevo. La poesía es la primera en ser cuestionada. El impacto emotivo que en cada lector suscita la interiorización de las palabras del poema, era lo importante, la emoción no nace de la musicalidad del texto. Pero eso fue hasta anteayer. El viaje de una literatura oral, literatura para ser contada como eran la Iliada o la Odisea, a una literatura para ser degustada en la intimidad, como "En busca del tiempo perdido" de Marcel Proust, ha durado siglos en realizarse, ahora, en cuestión de unos pocos años, vemos como se impone una literatura para ser vista. Literatura visual. En la era de las comunicaciones, con sus infinitas formas de transmisión de información, con su capacidad de copiar y citar, y la avidez de inmediatez y rapidez del receptor, va cuajando una literatura de imágenes. Cada vez encuentro en Facebook más imágenes que reproducen versos, pensamientos, citas de pensadores, poetas, filósofos consagrados, en verdad pequeñas píldoras de arte. El entusiasmo que despiertan estas imágenes, mil veces copiadas, contrasta con el creciente desinterés por leer un poema o un relato íntegro. ¿Han perdido legitimidad las palabras? Ya no nos creemos lo que leemos, ni siquiera creemos lo que vemos, en acertada expresión del director de cine Werner Herzog: "Resulta curioso que casi nadie quiera dar crédito a los que ven sus ojos" Los medios de comunicación, con su realidad aparente han hecho trizas la antigua preocupación de la estética por poner al descubierto la realidad en las artes. Hoy la realidad es ingerir, de un trago breve, media docena de palabras plasmadas en una imagen o cartelón.

EL BIBLIOTECARIO

A finales del año 323 a. de C. Ptolomeo instaló su corte en la ciudad de Alejandría. Orgulloso de los pergaminos que atesoraba la biblioteca ordenó a sus alquimistas crear un perfume que contuviese la sabiduría de todos los libros. Encargo más sencillo que buscar el oro alquímico, comenzaron con celo la labor. Calcinaron libros, trituraron sus cenizas y las maceraron. Con alambiques destilaron las esencias, concentrando en unas gotas de aceite todo el saber de la humanidad. Cuando el pavoroso incendio arrasó la biblioteca, un hombre salvó la redoma que contenía el preciado perfume. Desde hace dos mil años recorre el mundo. El viento que le empuja parece haber sido convocado por los mismos dioses. Protege la sabiduría de la avaricia de reyes y sumos sacerdotes, quienes conocedores de que la ignorancia hace esclavos quieren secuestrarla.

MARABUNTA

Cada mañana acude atemorizado a su puesto de trabajo. A fuerza de vejaciones y abusos, la falta de alternativas y temeroso de quedarse en el paro, se hace día a día más pequeño, se encoge, parece cada vez más insignificante. Ayer, al fin, desapareció por completo, dejó tras de sí ausencia, vacío. Aún así, el jefe se encolerizó con el hueco que dejaba tras su mesa de trabajo, molesto porque al desvanecerse había quedado una pequeña mancha sobre la silla. Entonces comenzó a escucharse un rumor de enjambre, una revolución que venía de la calle. Avanzando en oleadas, miles, millones de diminutas hormigas arrasaban todo a su paso. Era apenas un soplo de dignidad, que crecía, se hacía un vendaval, un huracán. Del jefe no ha quedado más que un esqueleto blanqueado a su paso, pero ese alimento les ha hecho crecer, y son de nuevo mujeres y hombres dignos.

TEORÍA DE LA RELATIVIDAD

Una mañana, el joven científico encontró en la mesilla de noche, junto a su cama, un pañuelo que no recordaba que fuese suyo. Luego recibió una carta de amor de una mujer que no conocía. Arrojó la carta a la basura y no le dio mayor importancia. Pocos días más tarde le sorprendió la llamada telefónica de una desconocida, que rompió a llorar sin ser capaz de articular palabra. Colgó y se olvidó del asunto. No había pasado una semana cuando al salir de casa una joven se abalanzó sobre él, lloraba y le increpaba. Pudo zafarse y escapar corriendo. Hoy la policía le ha detenido, acusado de provocar la muerte de su novia, a la que no conoce. Una pequeña grieta en el continuo espacio tiempo le hace maldecir a Einstein.

CINEGÉTICA

Con maña y rapidez realizó varios pliegues en la hoja de papel y una paloma apareció entre sus manos. Luego fueron surgiendo un tigre, un dragón y un unicornio. Aquella jungla fantástica crecía al ritmo de sus hábiles dedos. Sintió miedo de las fieras que le rodeaban. En silencio se calzó las botas y se puso un pasamontañas tejido con la lana de los sueños. Canana a la cintura, encaró la escopeta y el fogonazo, relampagueante, le despertó. El tiro había sido impecable, al pie de la cama, sobre la alfombra, yacía el Conejo Blanco de Alicia

DARWIN

Ese mono primitivo que encorvado se desplaza a cuatro patas, que excrementa en la misma cueva donde vive, aúlla, y cuyo hedor no soportan las otras bestias, olvidando sus orígenes pronto escupirá a las estrellas. Y en nombre de la evolución destruirá el mundo que habita.

MENSAJERÍA

Ninguna una mujer se fijó en él, pero aún cree en el amor. Deprimido por la soledad empezó a enviarse cartas a sí mismo. Se hacía pequeñas trampas con la ingenuidad de que pareciesen de otro, en cada ocasión alteraba algo de la dirección. Escribía mal su nombre, intercambiaba los apellidos, incluso llegó a poner un número de portal distinto. Nada más desconcertante que comprobar cómo la eficacia del servicio de correos sorteaba todas sus argucias. Un día, al abrir el sobre, el texto le resultó extraño. No eran los estadillos bancarios que solía enviarse. Era una apasionada carta de amor escrita con esmerada caligrafía, tinta rosa sobre un papel delicadamente perfumado. Supuso que se trataba de una broma de los empleados de correos y avergonzado no se envió más cartas. Una semana más tarde se suicidó.

En los muchos años que lleva sentada detrás de la ventanilla, en aquella impersonal oficina de correos, ha visto miles de cartas pasar por sus manos, pero nunca tuvo la oportunidad de escribir una. Aunque quisiera no tendría a quién hacerlo. Se siente abrumada por la soledad, su corazón romántico sueña con el amor cuando con calma ordena, estampilla y despacha la correspondencia de los otros. Ayer cometió un desliz, un pequeño pecado que puede costarle el puesto de trabajo. Robó una carta, la sacó escondida bajo la blusa, cerca del corazón. No le importa que vaya dirigida a un desconocido. En la habitación de la pensión donde vive la deposita con ternura sobre la cama, la abre con ansiedad, arruga la factura bancaria que contiene y redacta una apasionada declaración amorosa. A la mañana la depositará en correos para que continué hacia el destino que por unas horas le ha robado.

¡ES MÍMESIS, NO MIMETISMO, ESTÚPIDO

Uno de los cuadros más conocidos de René Magritte – Ceci nést une pipe – nos recuerda que lo que allí contemplamos es únicamente la representación de una pipa. No he conocido forma más categórica de mostrarnos la diferencia entre la realidad y los acontecimientos y personajes de una obra artística, sea pintura, novela o teatro. Platón calificó de mentira la literatura y desde entonces cada autor establece con sus lectores un acuerdo tácito, un contrato vergonzante al que han dado en llamar ficcionalidad. Ambas partes saben que lo que allí se cuenta no es verdad, pero que tampoco es mentira. La literatura no es otra cosa que una máscara. Da lo mismo quien se esconde tras ella, no nos interesa el enmascarado, nos interesan sus obsesiones convertidas en construcción imaginaria. El discurso poético suspende la pretensión de decir la verdad, es otro mundo, otra dimensión, verdad y mentira no tienen sentido. La antigua cuestión de la estética acerca de cómo trasforman, ocultan o ponen al descubierto la realidad las artes cobra nuevos matices. La literatura lleva siglos tratando de defenderse del reproche hecho por Platón al calificarla de mentira. ¿Y cómo lo ha conseguido? Suspendiendo la pretensión de decir la verdad, en tanto no se afirme que se dice la verdad, no hay posibilidad tampoco de mentir. Leemos una historia:

Todos los escritores son pandilleros que gustan enzarzarse en broncas por un quítame allá esas letras. Son púgiles encerrados en la ring de las palabras. Uno de esos combates despertó mi curiosidad. En 1985, durante la reunión del PEN Club en Nueva York, Vargas Llosa llamó a García Márquez cortesano de Fidel Castro. Estas declaraciones enfurecieron a Günter Grass, que un año más tarde, en una sesión del PEN Club en Hamburgo declaró a Vargas Llosa "reiterado mentiroso". Llegada la noche Vargas Llosa soñó que un ángel tullido, al que faltaba un ala, sentado a la cabecera de su cama le preguntaba por Günter Grass. La misma noche Günter Grass soñó que un ángel que exhibía torpemente los muñones de sus dos alas mutiladas le visitaba en nombre de Vargas Llosa. En la mañana, al despertar, ambos escritores descubrieron un puñado de plumas sobre la almohada.

Un texto así trata de mímesis, no de mimetismo. El lector se asoma como un voyeur al texto, lo que importa no es lo que se le cuenta, lo que importa es lo que se genera en la conciencia del lector. 

BREVEDAD

Leído en la portada de una vieja enciclopedia: "Abre, hermano, la puerta de este libro. No es asesino ni incestuoso. No te hará daño.

¿CONFORMIDAD O GENIO?

Buda, anciano y ciego, meditaba en cuclillas en una rincón de su mísera choza. Un joven discípulo que lo visitó no pudo evitar compadecerse de su ceguera, y le preguntó: "Maestro, no echa de menos la contemplación del rostro de la gente, el reflejo de sus pasiones? "Hijo, no sabes bien lo que te pierdes", le respondió Buda

DIVORCIO

El fin del mundo no fue como había leído en el Apocalipsis. Ni se levantaron los muertos ni el ángel tocó la trompeta, ni hubo jinetes ni dragones. Aquella tarde no llovió fuego, solo el rosa desvaído del horizonte en la terraza del Parador Nacional en donde celebraban el trigésimo aniversario de su matrimonio. Nada estaba saliendo como había previsto. Ni en la peor de las pesadillas pudo imaginar que aquel hombre calvo y ordinario con el que acababa de brindar era el joven apuesto y prometedor del que se enamoró. Y la miraba fijamente como si ella fuese una desconocida. Entonces se apagó el cielo.

UNA CUESTIÓN DE FE

Desde que murió su mujer acude todas las tardes a un taller de imagen digital donde aprende a manipular fotografías con Photoshop. El instructor le asegura que en el futuro se podrán recrear mundos en 3D. De vuelta a casa recalienta la cena y rápidamente toma el viejo álbum de fotos Hofmann. Pasa horas acariciando las fotografías del viaje de novios, los colores se han vuelto amarillos con el tiempo. En aquella época utilizó pegamento y tijeras para crear un mundo que aún pervive en su memoria. Desconfía de que la tecnología digital le devuelva a su compañera, pero por amor ninguna tarde falta al taller.

UN BUEN CIUDADANO

"Se trabajador y callado y serás la alegría de tus padres y maestros", le dijeron de niño y procuró cumplirlo. Fue un hijo ejemplar, un trabajador ejemplar, un padre ejemplar, un esposo ejemplar. Desde que perdió el trabajo anda desorientado. Se siente ajeno al mundo y siente que el mundo se olvidó de él. "No molestes en casa y vete a matar el tiempo a otra parte", le dijo su mujer. Entonces averiguó que el tiempo mata mejor. Habían venido los de la funeraria y le estaban tomando las medidas. Fue un muerto ejemplar. Ahora, en el limbo, se ha apuntado a un curso de revolución urbana, pero ya es demasiado tarde.

CÍRCULO VICIOSO

En una librería de saldo encontró una primera edición de "El Aleph" de Jorge Luis Borges. Con el respeto y la circunspección de quien se presenta ante un maestro se dispuso a leer aquellas historias que siempre le fascinaron. Apenas abrió el libro las primeras frases le embargaron en un profundo letargo. Se vio saliendo del portal cuando pensó que pudo haber dejado la puerta abierta y alguien le robaría el libro. Regreso al piso y comprobó que la puerta estaba cerrada. Cuando de nuevo se encontró en la calle pensó que al meter la llave en la cerradura pudo girarla inadvertidamente y dejar la puerta abierta. Regresó nuevamente a su piso y entonces despertó. El libro estaba sobre su regazo y se dispuso a leer aquellas historias que siempre le fascinaron. Apenas abrió el libro supo que estaba atrapado en un círculo del tiempo.

CRIMEN

Era un hermoso espejo fabricado en Murano por las hábiles manos de un maestro cristalero conocedor de los secretos que transmutan las arenas en reflejos irisados. Pero de un tiempo a esta parte negras manchas cubren su superficie, dejando apenas vislumbrar el rostro de los que a él se asoman. Lo heredó de un familiar adinerado, que murió misteriosamente estrangulado. La investigación de la policía no resolvió el asesinato. Ahora pasa horas frente al espejo, quienes no lo conocen lo toman por un vanidoso narcisista. En realidad observa la superficie del vidrio. No son manchas de azogue, son los residuos de su alma asesina.

CORAZÓN ROTO

Él me dijo una vez: "Las mejores y más bellas emociones no pueden ser vistas o tocadas, deben ser sentidas con el corazón". Y mi corazón era frágil ante sus palabras, vulnerable ante sus sonrisas. Yo estaba tan enamorada que la tarde en que me dejó le bastó con una sola palabra para romperme el corazón. Y deseosa de venganza también yo rompí su corazón. Lo cogí entre las manos y lo abrí para que el aire entrara en los ventrículos y borrase su mezquino engaño. Lo más molesto fue limpiarme la sangre.

UN SUEÑO ETERNO

Hace ya tiempo que nadie cree en los milagros, la gente ha perdido la fe en los prodigios por culpa de la televisión pero yo sigo confiando en los misterios del más allá.
Con los ojos levemente entornados, como hacen los miopes, la mujer leyó las cartas y me dijo con voz que sonaba como una amenaza:
--- No hagas muchos planes para la próxima semana.
Con un sudor frío dejé un billete sobre la mesa camilla y salí sin despedirme de la echadora de cartas. Pero fue la mejor semana de mi vida, me parecía vivir en un sueño en el que todos mis deseos se cumplían. La mujer que amo por fin se me entregó. El molesto vecino que enciende la radio cuando duermo la siesta murió de una embolia y en la lotería me ha tocado dinero suficiente para vivir varios años sin trabajar. El único contratiempo fue el empeño de mis familiares por encerrarme en esta caja de pino.

DICTADURA DEL PROLETARIADO

Aquella noche, cuando el encargado del club de ajedrez de Moscú dobló los tableros, guardó las piezas en sus cajitas de madera y apagó la luz, Carlos Marx sonrió en su tumba de Londres. Al abrigo de la oscuridad los peones asaltaron el palacio real, el enroque falló cuando la torre y el alfil huyeron. El monarca sabe que será fusilado y que forzarán la honradez de la reina, gozando de ella hasta el amanecer

EL ENAMORADO

Vive para estar entre sus párpados, y ella parpadea una vez cada cinco segundos. Un lapso que a algunos puede parecer corto, pero para él es una existencia bastante dilatada, casi una eternidad. Cada vez que ella cierra los ojos todo queda detenido, él deja de existir, el mundo se apaga, cobra una inmovilidad absoluta, pero qué felicidad cuando poco después ella crea de nuevo el mundo al abrir los ojos. Él siente cómo su rostro se recompone, todo vuelve a su sitio, la nariz se sitúa entre los ojos y el bigote velozmente cabalga sobre el labio. Él sabe que sigue allí para ser contemplado por ella. Lo malo fue el día en que ella se fijó en otro y él quedó borroso para toda la eternidad.

WALT DISNEY

Aladdín se enamoró de la princesa Jasmine, muchacha educada en los rigores de la castidad. En vano trataba de obtener sus favores con suntuosos regalos. Cerezas rojas como sangre de paloma y fuentes de dátiles aromáticos no torcían la virtud de la joven, que celosa de su virginidad pagaba con desdén sus dádivas. Desesperado, Aladdín frotó la lámpara maravillosa para pedir el último deseo de los tres que le concediera el genio. Dominado por su pasión amorosa renuncia a la eterna juventud y a las riquezas del mundo a cambio de rendir la decencia de la joven. Acabado de formular su deseo, al llegar a la plaza pública, descubre a la bella Jasmine riendo desvergonzada entre los soldados de la guardia personal del sultán.

AMOR DE CIRCO

Acudió a la cola del paro, como venía haciendo desde unas semanas atrás, en busca de trabajo, allí encontró a la mujer que siempre había estado esperando. Brillaba como una diosa griega en la gris cola de los vencidos. Ella no le correspondió en su entregado amor. Para poner fin a su desdicha de amante incomprendido se cortó una oreja y se la envió por mensajería. Un gesto de amor supremo ante el que ella con seguridad sucumbiría. Esperó impaciente una respuesta que nunca llegó. Tenaz, se amputó un dedo de la mano que remitió a su amor. Y así, sucesivamente, durante un mes, fue cortándose y enviado partes de su anatomía sin obtener respuesta. Pero ya no le importa, por fin ha encontrado amor y trabajo. Cada tarde le sacan a la pista del circo donde se exhibe como el increíble hombre menguante. Y ahora comparte su vida con la mujer tronco.

LATRÍAS

Polibio, discípulo de Epicuro de Samos, preguntó al Maestro si Dios existía y Epicuro le respondió:
—Medita, ¿tu comportamiento variaría en razón a la respuesta que des a esa pregunta?
Intrigado por la cuestión el discípulo se hizo zoólatra; no encontrando espiritualidad en los animales buscó en la androlatría consuelo, pero los hombres le defraudaron con sus mezquinas pasiones. Visitó iglesias, ermitas y oratorios... se afeitó la cabeza y se circuncidó el miembro, ninguna religión confortaba su espíritu atribulado. Entonces Polibio se dijo: "seré mi propio dios", y se hizo ególatra. Acudió al ágora el día en que se reúne la Asamblea y clamó instaurar el culto a su persona. Desterraría a los falsos dioses, a cambio prometió un gobierno justo. Los atenienses, complacidos, lo condujeron al templo y allí lo evisceraron, rellenando su cuerpo de hierbas aromáticas. Momificado lo exhiben junto a otro centenar de dioses. Desde entonces Grecia se vanagloria de no conocer guerras religiosas ni dogmatismos morales.