Insecto


La mosca yacía rígida sobre su espalda, mientras sus alas temblaban lentamente. ¿Cómo es la muerte?, le preguntó el niño, con un brillo de inocente curiosidad en los ojos, y deseando arrancarle las alas. La mosca reflexionó un momento: “Bueno, puede asustar un poco al principio, pero luego trasciendes más allá del presente y pronto se siente una gran paz”. Perplejo, el niño ahueco las manos alrededor de la mosca y la acarició suavemente.

El vuelo


Cuando era niño recogía polvo de las alas de las mariposas y me untaba las manos con la esperanza de volar. No hagas eso, me dijo mi madre, para volar necesitas el polvo de las alas de un hada. Aquella noche puse una trampa para ratones junto a la ventana. Por la mañana encontré atrapada un hada pequeñita. Estaba muerta por el esfuerzo para soltarse. Era suave y parecía sonreírme. Nunca logré volar, pero desde entonces soy un hombre sin imaginación.