La mosca yacía rígida sobre su espalda, mientras sus alas
temblaban lentamente. ¿Cómo es la muerte?, le preguntó el niño, con un brillo
de inocente curiosidad en los ojos, y deseando arrancarle las alas. La mosca
reflexionó un momento: “Bueno, puede asustar un poco al principio, pero luego
trasciendes más allá del presente y pronto se siente una gran paz”. Perplejo,
el niño ahueco las manos alrededor de la mosca y la acarició suavemente.