Invitación a un paseo por las moscas de la literatura
“Somos para los dioses como las moscas para
los niños; nos matan por diversión"
EL REY LEAR
"Había entre los reunidos en la venta un campesino
chusco, que se puso a contar historias. El campesino, al entrar otros dos en la
cocina, sacó su gran pañuelo a cuadros y comenzó a dar con él en las mesas y en
las sillas, como si estuviera espantando moscas.
— ¿Qué hay? —le dijo Martín—. ¿Qué hace usted?
— Estas moscas fastidiosas —contestó el campesino
seriamente.
— Pero si no hay moscas.
— Sí las hay, sí —replicó el hombre, dando de nuevo con el
pañuelo"
Este es un pequeño viaje por la mosca que todo escritor
tiene dentro de la boca. En "El suplico de las moscas" escribe Elias
Canetti: "¿Qué escritor no le ha hablado a su mosca? ¿A quién no reconozco
en su mosca?¿Quién no tiene una mosca trapaleando para él?"
Monterroso escribió: “Hay tres temas; el amor, la muerte y
las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas
presencias lo han acompañado siempre. Traten los otros de los dos primeros, yo
me ocupo de las moscas". Pero de las moscas llevan muchos años ocupándose
los escritores, el primero Luciano de Samosata, cuyo "Encomio de la
mosca" era lectura predilecta de Salvador Dalí, siempre deseoso de
provocarnos con su incómoda presencia de moscón. El de Samosata me dio la otra
clave sobre la divinidad de las moscas, su calidad de inmortales. "Quiero
referirme al aspecto más extraordinario de su naturaleza. - escribe el griego-.
Es éste el único dato que Platón omite en su tratado acerca del alma y su
inmortalidad. Cuando muere una mosca, resucita si se la cubre de ceniza,
operándose en ella una palingenesia y segunda vida desde un principio, de modo
que todos pueden quedar completamente convencidos de que también su alma es
inmortal, si parte y regresa de nuevo, reconoce y reanima su cuerpo, haciendo
volar la mosca".
Deidad y moscas guardan estrechos lazos. San Agustín se
confesaba ignorante respecto a la razón de Dios en crear a las moscas. Lutero
resolvió más atrevidamente que habían sido creadas por el diablo, para
distraerlo a él cuando escribía buenos libros. Y si para el Maestro Angélico,
Tomás de Aquino, la inmortalidad es inmaterialidad, supratemporalidad e
incorruptibilidad, estas son características todas de la mosca. Especialmente
la última. La mosca nace de la corrupción y corrompe cuanto impregna, pero ella
es en sí misma incorruptible. En la Iliada Aquiles agradece a Tetis, su madre,
las armas que acaba de traerle y promete vestirlas de inmediato para regresar
al combate, pero teme que mientras tanto penetren las moscas por las heridas
que el bronce causó al esforzado hijo de Menetio, engendren gusanos, desfiguren
el cuerpo y corrompan todo el cadáver".
Si por algo nos molestan las moscas es por ese miedo acerbo a que nos
descompongan y corrompan, a que nos infecten con los bacilos que puedan portar
desde la mierda.
MOSCAS EN LA MIERDA
Nicanor Parra
Al señor -al turista -al revolucionario
me gustaría hacerles una sola pregunta:
¿alguna vez vieron una nube de moscas
revolotear en torno a una plasta de mierda
aterrizar y trabajar en la mierda?
¿han visto moscas alguna vez en la mierda?
porque yo nací y me crié con las moscas
en una casa rodeada de mierda
Las moscas no comparten nuestro mundo, lo dominan, ningún
otro ser viso se posa igual sobre la testuz del rey y la del loco. Y es que en
cada mosca hay un dios, o más concretamente, cada mosca es la encarnación de
Júpiter, el dios de las moscas y de la muerte. Hércules un día sacrificaba una
oveja en su honor cuando fue acometido por un enjambre de moscas que acudían al
olor de la víctima, y Júpiter las hizo desaparecer. Y en "Orfeo en los
infiernos", la ópera de Offenbach, Júpiter descubre el lugar donde Plutón
escondió a Eurídice y se cuela por el ojo de la cerradura convertido en una
bella y dorada mosca.
Voltaire ironizaba sobre el destino al decir que "si el
hombre pudiera desarreglar el destino de una mosca, podría también desarreglar
el destino de las demás moscas, el de los otros animales, el de los hombres y
el de toda la naturaleza, entonces el hombre sería más poderoso que Dios"
Pero nuestro destino lo tenía claro Marguerite Duras en su libro
"Escribir": "Las moscas escriben y nosotros escribimos para
mirar cómo muere una mosca"
La mosca que soñó ser un águila en el cuento de Augusto
Monterroso es una mosca de la modernidad, una mosca con complejo de
superioridad, que angustiada cae en la depresión cuando se percata que en su
grandeza de águila no puede toparse contra el cristal de la ventana, como toda
mosca decente hace.
"Había una vez una mosca que todas las noches soñaba
que era un águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes. En
los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo
le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes,
el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado
fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los
ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia
dándose topes contra los vidrios de su cuarto. En realidad no quería andar en
las grandes alturas o en los espacios libres, ni mucho menos. Pero cuando
volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un águila para remontar
montañas, y se sentía tristísima de ser una mosca, y por eso volaba tanto, y
estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche,
volvía a poner las sienes en la almohada".
La mosca del escritor es criatura que vive en un tiempo
fugaz y congelado a la vez, discurre su existencia paralela a la del
"escribidor", para dar sentido al sinsentido de pasar la vida
rellenando cuartillas con palabras fútiles. Y a pesar de su divinidad son
humildes, como las cantara Antonio Machado
Vosotras, las familiares
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares
me evocáis todas las cosas.
Samuel Beckett
entre la escena y yo
el cristal
vacío salvo ella
vientre a tierra
ceñida por sus negras tripas
antenas enloquecidas alas atadas
patas ganchudas boca sorbiendo en el vacío
sableando el azul aplastándose contra lo invisible
impotente bajo mi pulgar hace que zozobren
el mar y el cielo sereno.
LA MOSCA
Rubén Bonifaz Nuño
Qué fácil sería para esta mosca,
con cinco centímetros de vuelo
razonable, hallar la salida.
Pude percibirla hace tiempo,
cuando me distrajo el zumbido
de su vuelo torpe.
Desde aquel momento la miro,
y no hace otra cosa que achatarse
los ojos, con todo su peso,
contra el vidrio duro que no comprende.
En vano le abrí la ventana
y traté de guiarla con la mano:
no lo sabe, sigue combatiendo
contra el aire inmóvil, intraspasable.
Casi con placer, he sentido
que me voy muriendo; que mis asuntos
no marchan muy bien, pero marchan;
y que al fin y al cabo han de olvidarse.
Pero luego quise salir de todo,
salirme de todo, ver, conocerme,
y nada he podido; y he puesto.
LA MOSCA JUZGA A MISS UNIVERSO
José Emilio Pacheco
Qué repugnantes los humanos.
Qué maldición
tener que compartir el aire nuestro con ellos.
Y lo más repulsivo es su fealdad.
Miren a ésta.
La consideran hermosísima.
Para nosotras es horrible.
Sus piernas no se curvan ni se erizan de vello.
Su vientre no es inmenso ni está abombado.
Su boca es una raya: no posee
nuestras protuberancias extensibles.
Parecen despreciables esos ojillos
en vez de nuestros ojos que lo ven todo.
Asco y dolor nos dan los indefensos.
Si hubiera Dios no existirían los humanos.
Viven tan sólo para hostilizarnos
con su odio impotente.
Pero los compadezco: no tienen alas
y por eso se arrastran en el infierno.
BOLEROS MAROQUEROS
Antonio Cisneros
Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire
Gran Estilo.
Gran Velocidad.
Gran Altura.