Gourmet
La pescadilla se fue girando hasta morderse la cola, mascándola con complacencia, hasta devorarse con la satisfacción de saberse el mejor plato del restaurante
El peso de la amistad
Leonardo cargaba un ángel sobre sus espaldas. Era un ángel
feo, con alas de algodón sucio, y un poco pedante. Leonardo nunca lo dejaba solo,
temiendo que cometiese alguna indiscrección. Así que iba a todas partes con él a cuestas y
terminó quedándose sin amigos. No soportábamos aquella vanidad del ángel, que
siempre sabía lo que íbamos a decir. Cuando Leonardo murió, seguramente agotado por el pso que cargaba, no supimos qué hacer
con el ángel, era una metáfora demasiado pesada. Nos miramos en silencio, persuadidos
de que alguno tendría valor para cargar con el ángel, pero la noche nos
encontró hermanados por la cobardía. Ahora aguardamos en vigilia la llegada del
sueño. Entre todos cargaremos el ángel sobre las espaldas del que primero que
se duerma.
Sutil Venganza
El café está casi vacío cuando acudo a mi cita con el escritor
famoso. El saca un lápiz del bolsillo interior de su chaqueta, que contemplo
sin saber si espera que le diga algo o simplemente se siente un novelista
consagrado y debo limitarme a observarle con muda admiración. Comenta algo
sobre la superioridad del lapicero frente a la estilográfica y comienza sobre
una servilleta de papel una breve demostración de cómo se escribe una obra
maestra. Esta es la peor de las historias, pienso. Fue entonces que el escritor
se levantó, se puso su gabán y pareció determinado a irse, pero se quedó en la
puerta, inmóvil, sin acabar nunca de desaparecer. Miré la hora, medianoche.
Apagué la luz y me dormí con la íntima satisfacción de haber fastidiado a aquel
presuntuoso escritor. Su novela resbaló de mis manos al pie de la cama.
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