El matamoscas




Invitación a un paseo por las moscas de la literatura

 “Somos para los dioses como las moscas para los niños; nos matan por diversión"
EL REY LEAR

Hace años ejercí el oficio de observador de moscas, dedicando largas horas a su contemplación. En aquel entonces yo tenía predilección por los temas escabrosos, y quizás por ello encontraba tan atractivas a las moscas, pero no era moscas de alta alcurnia, una de esas moscas del vinagre, "Drosophila melanogaste", nombre griego que significa "amante del rocío de vientre negro" -¿amante de los biólogos? -, sino ese insecto, compañero fiel de nuestras vidas, que por amor a la humanidad abandonó las cuadras para instalarse en nuestra morada. La mosca, mi mosca, me enseñó teología, gracias a ella comprendí que tienen la ubicuidad de un demiurgo, su omnipresencia. Mi mosca está en todas partes, incluso cuando no la veo me vigila desde lo alto de cualquier mueble, o quizás posada en la lámpara del techo comparte mi abstracción. Por el atributo de su ubicuidad la mosca no circunscribe su presencia a ningún lugar determinado, pues su presencia es en todas las cosas y lugares a la vez. Lo sabía Pío Baroja en "Zalacaín, el aventurero":

"Había entre los reunidos en la venta un campesino chusco, que se puso a contar historias. El campesino, al entrar otros dos en la cocina, sacó su gran pañuelo a cuadros y comenzó a dar con él en las mesas y en las sillas, como si estuviera espantando moscas.
— ¿Qué hay? —le dijo Martín—. ¿Qué hace usted?
— Estas moscas fastidiosas —contestó el campesino seriamente.
— Pero si no hay moscas.
— Sí las hay, sí —replicó el hombre, dando de nuevo con el pañuelo"

Este es un pequeño viaje por la mosca que todo escritor tiene dentro de la boca. En "El suplico de las moscas" escribe Elias Canetti: "¿Qué escritor no le ha hablado a su mosca? ¿A quién no reconozco en su mosca?¿Quién no tiene una mosca trapaleando para él?"

Monterroso escribió: “Hay tres temas; el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Traten los otros de los dos primeros, yo me ocupo de las moscas". Pero de las moscas llevan muchos años ocupándose los escritores, el primero Luciano de Samosata, cuyo "Encomio de la mosca" era lectura predilecta de Salvador Dalí, siempre deseoso de provocarnos con su incómoda presencia de moscón. El de Samosata me dio la otra clave sobre la divinidad de las moscas, su calidad de inmortales. "Quiero referirme al aspecto más extraordinario de su naturaleza. - escribe el griego-. Es éste el único dato que Platón omite en su tratado acerca del alma y su inmortalidad. Cuando muere una mosca, resucita si se la cubre de ceniza, operándose en ella una palingenesia y segunda vida desde un principio, de modo que todos pueden quedar completamente convencidos de que también su alma es inmortal, si parte y regresa de nuevo, reconoce y reanima su cuerpo, haciendo volar la mosca".

Deidad y moscas guardan estrechos lazos. San Agustín se confesaba ignorante respecto a la razón de Dios en crear a las moscas. Lutero resolvió más atrevidamente que habían sido creadas por el diablo, para distraerlo a él cuando escribía buenos libros. Y si para el Maestro Angélico, Tomás de Aquino, la inmortalidad es inmaterialidad, supratemporalidad e incorruptibilidad, estas son características todas de la mosca. Especialmente la última. La mosca nace de la corrupción y corrompe cuanto impregna, pero ella es en sí misma incorruptible. En la Iliada Aquiles agradece a Tetis, su madre, las armas que acaba de traerle y promete vestirlas de inmediato para regresar al combate, pero teme que mientras tanto penetren las moscas por las heridas que el bronce causó al esforzado hijo de Menetio, engendren gusanos, desfiguren el cuerpo y corrompan todo el cadáver".  Si por algo nos molestan las moscas es por ese miedo acerbo a que nos descompongan y corrompan, a que nos infecten con los bacilos que puedan portar desde la mierda.

MOSCAS EN LA MIERDA
Nicanor Parra

Al señor -al turista -al revolucionario
me gustaría hacerles una sola pregunta:
¿alguna vez vieron una nube de moscas
revolotear en torno a una plasta de mierda
aterrizar y trabajar en la mierda?
¿han visto moscas alguna vez en la mierda?
porque yo nací y me crié con las moscas
en una casa rodeada de mierda

Las moscas no comparten nuestro mundo, lo dominan, ningún otro ser viso se posa igual sobre la testuz del rey y la del loco. Y es que en cada mosca hay un dios, o más concretamente, cada mosca es la encarnación de Júpiter, el dios de las moscas y de la muerte. Hércules un día sacrificaba una oveja en su honor cuando fue acometido por un enjambre de moscas que acudían al olor de la víctima, y Júpiter las hizo desaparecer. Y en "Orfeo en los infiernos", la ópera de Offenbach, Júpiter descubre el lugar donde Plutón escondió a Eurídice y se cuela por el ojo de la cerradura convertido en una bella y dorada mosca.

Voltaire ironizaba sobre el destino al decir que "si el hombre pudiera desarreglar el destino de una mosca, podría también desarreglar el destino de las demás moscas, el de los otros animales, el de los hombres y el de toda la naturaleza, entonces el hombre sería más poderoso que Dios" Pero nuestro destino lo tenía claro Marguerite Duras en su libro "Escribir": "Las moscas escriben y nosotros escribimos para mirar cómo muere una mosca"

La mosca que soñó ser un águila en el cuento de Augusto Monterroso es una mosca de la modernidad, una mosca con complejo de superioridad, que angustiada cae en la depresión cuando se percata que en su grandeza de águila no puede toparse contra el cristal de la ventana, como toda mosca decente hace.

"Había una vez una mosca que todas las noches soñaba que era un águila y que se encontraba volando por los Alpes y por los Andes. En los primeros momentos esto la volvía loca de felicidad; pero pasado un tiempo le causaba una sensación de angustia, pues hallaba las alas demasiado grandes, el cuerpo demasiado pesado, el pico demasiado duro y las garras demasiado fuertes; bueno, que todo ese gran aparato le impedía posarse a gusto sobre los ricos pasteles o sobre las inmundicias humanas, así como sufrir a conciencia dándose topes contra los vidrios de su cuarto. En realidad no quería andar en las grandes alturas o en los espacios libres, ni mucho menos. Pero cuando volvía en sí lamentaba con toda el alma no ser un águila para remontar montañas, y se sentía tristísima de ser una mosca, y por eso volaba tanto, y estaba tan inquieta, y daba tantas vueltas, hasta que lentamente, por la noche, volvía a poner las sienes en la almohada".

La mosca del escritor es criatura que vive en un tiempo fugaz y congelado a la vez, discurre su existencia paralela a la del "escribidor", para dar sentido al sinsentido de pasar la vida rellenando cuartillas con palabras fútiles. Y a pesar de su divinidad son humildes, como las cantara Antonio Machado

Vosotras, las familiares
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares
me evocáis todas las cosas.


LA MOSCA
Samuel Beckett

entre la escena y yo
el cristal
vacío salvo ella
vientre a tierra
ceñida por sus negras tripas
antenas enloquecidas alas atadas
patas ganchudas boca sorbiendo en el vacío
sableando el azul aplastándose contra lo invisible
impotente bajo mi pulgar hace que zozobren
el mar y el cielo sereno.


LA MOSCA
Rubén Bonifaz Nuño

Qué fácil sería para esta mosca,
con cinco centímetros de vuelo
razonable, hallar la salida.
Pude percibirla hace tiempo,
cuando me distrajo el zumbido
de su vuelo torpe.
Desde aquel momento la miro,
y no hace otra cosa que achatarse
los ojos, con todo su peso,
contra el vidrio duro que no comprende.
En vano le abrí la ventana
y traté de guiarla con la mano:
no lo sabe, sigue combatiendo
contra el aire inmóvil, intraspasable.
Casi con placer, he sentido
que me voy muriendo; que mis asuntos
no marchan muy bien, pero marchan;
y que al fin y al cabo han de olvidarse.
Pero luego quise salir de todo,
salirme de todo, ver, conocerme,
y nada he podido; y he puesto.

LA MOSCA JUZGA A MISS UNIVERSO
José Emilio Pacheco

Qué repugnantes los humanos.
Qué maldición
tener que compartir el aire nuestro con ellos.
Y lo más repulsivo es su fealdad.
Miren a ésta.
La consideran hermosísima.
Para nosotras es horrible.
Sus piernas no se curvan ni se erizan de vello.
Su vientre no es inmenso ni está abombado.
Su boca es una raya: no posee
nuestras protuberancias extensibles.
Parecen despreciables esos ojillos
en vez de nuestros ojos que lo ven todo.
Asco y dolor nos dan los indefensos.
Si hubiera Dios no existirían los humanos.
Viven tan sólo para hostilizarnos
con su odio impotente.
Pero los compadezco: no tienen alas
y por eso se arrastran en el infierno.


BOLEROS MAROQUEROS
Antonio Cisneros

Para olvidarme de ti y no mirarte
miro el viaje de las moscas por el aire
Gran Estilo.
Gran Velocidad.
Gran Altura.