Él me dijo una vez: "Las mejores y más bellas
emociones no pueden ser vistas o tocadas, deben ser sentidas con el
corazón". Y mi corazón era frágil ante sus palabras, vulnerable ante sus
sonrisas. Yo estaba tan enamorada que la tarde en que me dejó le bastó
con una sola palabra para romperme el corazón. Y deseosa de venganza
también yo rompí su corazón. Lo cogí entre las manos y lo abrí para que
el aire entrara en los ventrículos y borrase su mezquino engaño. Lo más
molesto fue limpiarme la sangre.