UN HOMBRE DE NUESTRO TIEMPO

En la vida cotidiana Rosendo, al igual que otros muchos superhéroes de los comics, oculta su identidad tras un empleo vulgar. Es bedel en el Ministerio de Sanidad, pero de vez en cuando tiene que usar sus superpoderes, incluso sin desprenderse de su uniforme gris con botones dorados. Cierto día una mujer inmigrante llegó desesperada al Ministerio, su hijo de pocos años estaba enfermo y no le atendía la sanidad pública. No le dieron respuesta a sus necesidades. Rosendo, que no le teme a la criptonita de los recortes, aguardó a que fuese la última hora de la tarde, cuando todos los funcionarios abandonan el edificio, momento en el que tiene que comprobar que las luces están apagadas y las puertas cerradas. Ese día aprovechó además para sellar a escondidas un certificado que acredita que el niño tiene derecho a asistencia médica. Aquella noche, en su piso, su mujer le vio flotando unos pocos centímetros por encima del parquet. Nunca un superhéroe había volado tan alto.