"Se trabajador y callado y serás la alegría de tus padres y maestros",
le dijeron de niño y procuró cumplirlo. Fue un hijo ejemplar, un
trabajador ejemplar, un padre ejemplar, un esposo ejemplar. Desde que
perdió el trabajo anda desorientado. Se siente ajeno al mundo y siente
que el mundo se olvidó de él. "No molestes en casa y vete a matar el
tiempo a otra parte", le dijo su mujer. Entonces averiguó que el tiempo
mata mejor. Habían venido los de la funeraria y le estaban tomando las
medidas. Fue un muerto ejemplar. Ahora, en el limbo, se ha apuntado a un
curso de revolución urbana, pero ya es demasiado tarde.
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