Las bellas palabras


E
l teatro no es vida, es ritual y el rito posee una función esencialmente catártica, nos otorga la posibilidad de purgar nuestros impulsos irracionales. Nada está más cerca del teatro que Dionisos, dios del goce, desbaratador de lo apolíneo y mejor expresión del conflicto trágico que provoca la fractura entre el mundo de los hombres y el de los dioses. La credibilidad del teatro nace de su propia dificultad para ser creído, es la paradoja que Peter Brook expresa mediante la idea de la holografía, una imagen plana con apariencia de relieve por entrecruzamiento de la luz. La analogía entre la vida del hombre y la obra de teatro es sólo un mito romántico (la vida es un drama) pasada por las cocinas de la cultura burguesa de finales del S. XIX.


El teatro como comunicación lingüística y mimética proviene de Aristóteles y ha tenido un peso tan nefando sobre lo teatral que en las preceptivas imperantes durante siglos se le ha dado al habla la prioridad sobre los otros elementos confluyentes en lo teatral hasta el punto de que fueron subordinados por la lengua. Happening, Living Teatro, Performance, Colage, representaciones estéticas artísticas lúdicas donde todos los elementos son jerárquicamente iguales, ellos están más próximos al hecho teatral que todo el maldito teatro de Tennesse Williams.

El hombre actual experimenta la necesidad de crear teatro por la posibilidad que le brinda de interacción de gestualidad, dramaticidad, ritualidad y no por la calidad del texto literario que es lo mismo que decir las bellas palabras.

JUNTO A MÍ, EL DIOS-PERRO

© Antonin Artaud

Junto a mí, el dios-perro, y su lengua
atravesando como una flecha la costra
del doble cráneo abovedado
de la tierra que lo escuece.

He aquí el triángulo de agua
caminando con su paso de chinche,
pero que bajo la chinche ardiente
se da vuelta como un cuchillo.

Bajo los senos de la tierra odiosa
la perra-dios se ha retirado,
senos de tierra y de agua helada
que hacen pudrir su lengua hueca.

He aquí la virgen-del-martillo,
para moler los sótanos de tierra
cuyo horrible nivel el cráneo
del perro estelar siente subir.