La turba de los tontos




«La turba de los tontos concitando» es un verso de Gaspar Gómez de Jovellanos referido a la capacidad del escritor de exaltar la estulticia. Los franceses inventaron el "enfant terrible" o el niño tonto de la vida pública al referirse a los poetas vanguardistas, el padre Feijoo aseguraba haber hallado muchos Santos simples, más ninguno tonto, pero lo cierto es que el número de los tontos es descomunal. Si los tontos volaran oscurecerían el sol, pero no sólo su número es inmenso, su variedad es también numerosa y santo Tomás de Aquino señaló 22 categorías de tontos: asyneti, cataplex, credulus, fatuus, grossus, hebes, idiota, imbecillis, inanis, incrassatus, inexpertus, insensatus, insipiens, nescius, rusticus, stolidus, stultus, stupidus, tardus, turpis, vacuus y vecors. Erasmo de Rótterdam escribió la más importante obra filosófica del Renacimiento en torno a la tontería. «Diga lo que quiera de mí el común de los mortales, pues no ignoro cuán mal hablan de la Estulticia incluso los más estultos, soy, empero, aquélla, y precisamente la única que tiene

poder para divertir a los dioses y a los hombres»

En una nota a pie de página en la «Rebelión de las Masas» (1930) Ortega y Gasset se pregunta por qué nadie, que él sepa, ha escrito un ensayo sobre la estupidez y Robert Musil en una conferencia de 1937 titulada «La Estupidez» hace lo mismo. Algo que vendría a remediar en 1954 el psiquiatra alemán Horst Geyer con su «Tratado de la tontería humana”

El tonto no siempre viaja solo y en castellano lo encontramos frecuentemente acompañado de un apellido que explicita el sentido peyorativo que el hablante quiere darle: tonto de los cojones o tanto del haba (señalando que haba es pija) son los más comunes, también tonto del higo como se proclama Alberti en unos versos:

¿Quién aquel?
¡El tonto de Rafael!
Tontaina, tonto del higo,
rodando por las esquinas
bolas, bolindres, pamplinas
y pimientos que no digo.
Más nunca falta un amigo
Que le mendigue un clavel.


Otros poetas, menos sutiles o más vanidosos que el gaditano, se solazan considerando la poesía el solar de los tontos, como es el caso del chileno Nicanor P
arra:

Durante medio siglo
la poesía fue
el paraíso del tonto solemne.
Hasta que vine yo
y me instalé con mi montaña rusa.


No cabe duda, Nicanor Parra es el tonto de la antipoesía.