Palabras para Roberto Juarez


Hoy no quiero hablar de poesía, la vida no alcanza para tanto.
Hoy quiero hablar de las cosas que no tienen nombre, de cómo unos se cambian de piel cuando otros se abisman en la desesperación. De los oportunistas, de los sufrientes, de los que aman y los que fueron amados. ¿Habéis visto la sombra de un pájaro sobre una tapia? No es el pájaro, pero tiene algo de él. Así soy, remedo de lo que pude ser.


¿Qué nos obliga a seguir empujando esta carga? Una mañana amanecemos menos hombres, más madera añosa, raíz de brezo, y un aire digno y fúnebre nos envuelve. Almorzamos indiferencia, los amigos no nos ven y en la mano no nos caben las despedidas. Nos llenamos de ausencia, nos vamos haciendo chiquitos y alguien usa nuestro cubierto, nuestro cuaderno, nuestros sueños.

Se hicieron los espejos, para mostrarnos a ese otro que copia nuestros gestos, se ríe de nuestra risa y lleva nuestro nombre, pero el espíritu no se refleja en ellos; es sólo una idea contra la que a ratos me rebelo, a ratos ignoro, a ratos me muero con higiene, sin escándalos ni gritos.

Quiero ser tu otredad, derrochando formas ocupar el hueco del aire que dejas, puesto en pie, robarte la palabra, la moneda del bolsillo y ese terco afán por conocer el lado malo del hombre para darle la vuelta, para acomodarle el cuello de la camisa, para enseñarle a andar sin tropiezos. Hoy me tengo ausencia y mañana empezaré a paladearme. Están los naipes marcados.