La culpa es de Newton



En aquel cantón de queso emmental, donde los relojes de cucú anidan en los árboles, vivía un ballestero llamado Guillermo. Se hizo famoso en otro tiempo por atravesar con una flecha una manzana puesta sobre la cabeza de su hijo. Los hombres justifican su existencia con estos actos irrelevantes. 
Ducho en el arte de la puntería, se ejercitaba a diario con un cajón de manzanas. Certera, ninguna flecha dejó de partir en dos el fruto del Paraíso. Murió una noche, asaltado por un grupo de bandidos. Fallaron sus flechas. Ninguno llevaba una manzana.