Celos


Todos los días se repite la escena. Cuando se sosiega nuestra pasión él se queda en la cama y yo voy al cuarto de baño. Entonces aparece ella. Se para frente a mí, desafiante. Si me retoco el carmín de los labios, ella también toma su lápiz labial; coge su peine cuando me peino, me examina con precisión de entomólogo. Su ropa es igual a la mía, incluso en su desnudez trata de parecerse. Se ha pintado un lunar sobre el pecho izquierdo, pero se equivoca, el mío es en el seno derecho. Está más delgada, avejentada por culpa de los celos. Y aunque usa mi mismo maquillaje, copia mi pintura de labios, se peina igual que yo, es, sin embargo, muy diferente, hay sarcasmo en sus ojos. En ocasiones he notado su odio como una garra en el cuello. Sé que quiere ocupar el hueco que dejo en la cama, que lo quiere a él, y está pensando matarme. No lo conseguirá. He colocado una pistola en su sien. En unos instantes me habré librado de ella.