La 3ª muerte de Casimiro Ventura

“Esta carta es la única sincera de las cientos de miles que he escrito en estos años. Es una extensión de mi cuerpo, puede que mi alma haya chorreado la tinta de sus renglones. Hay quien lee para matar el tiempo, la lectura de esta carta te matará”. Casimiro Ventura era aficionado a estos retruécanos literarios y no me sorprendió recibir aquella misiva de tintes tragicómicos. Hacía días que andaba por todas partes repitiendo esa cantinela de la obra de arte capaz de atravesar el corazón como una daga. La raíz cuadrada de la soledad le atenazaba. La suya es la historia de un hombre al que yo definiría como un escribidor, no necesariamente un escritor, no necesariamente alguien que escribe, simplemente alguien que justifica su vida intentado escribir. Todos sus amigos habíamos recibido cartas como aquella. Ningún proceso anormal se desarrollaba en su cerebro, ninguna perturbación psicológica, sin embargo sus palabras eran cada vez más hirientes, cortaban como estiletes. Todo se precipitó cuando presentó su epistolario al premio Planeta. Esperaba impaciente por conocer la suerte de su manuscrito. Aquel año se anuló el premio. Los miembros del jurado fueron encontrados muertos, entre las manos un manojo de cartas. Por fin había triunfado su literatura. Me dio tanto fastidio que lo tuve que matar, confesé a la policía cuando vinieron a detenerme.