Todas las tardes en los soportales de la Plaza Mayor puede verse a un
tullido sentado junto a un letrero de cartón que dice: “Necesito dinero para
comprar un saco de plumas”. Los transeúntes apenas se fijan en él y es raro que
le arrojen monedas. Desde hace años espera que alguien le ayude a volar. El
ángel exhibe torpemente los muñones de sus alas mutiladas.