Grafías sobre la pielde Sarduy


En los teatros del barrio chino, en los papiros del diario Granma, en la biblioteca José Martí se aprestan los escribas a trazar los signos de la obediencia, dictados del orden alfabético sobre la hoja en blanco. Enfrente un hombre tatúa su cuerpo con la afilada punta de una plumilla, su cuerpo relato travestido a la literatura, fetiche de lo que se muestra y lo que se oculta, metamorfosis del escritor transfigurado en texto literario.

Hicieron de nosotros cuerpos convertidos en proletarios del capitalismo, cuerpos glorificados como templo de Dios, cuerpos stajanovistas al servicio de la revolución… hicieron de nosotros cuerpos privados de su lenguaje natural: el gozo. Somos zombis en una novela que ya nadie escribirá. El visitante es el muerto. El conjunto de textos que componen “Escrito sobre un cuerpo” de Severo Sarduy es una fascinante invitación a reconocer la literatura como un arte del tatuaje que establece una relación de semejanza entre el corpus literario y el cuerpo humano, entre la piel y la página en blanco. Si toda literatura busca seducirnos mediante recursos estilísticos, los goces del lenguaje son la metapoética del erotismo.

En su obra el texto es un cuerpo deseante, en la idea que expresa Roland Barthes en “El placer del texto”. La página en blanco es el desnudo cuerpo virginal en el que la pluma abrirá una herida. El tigre tatúa con sus zarpas la piel de un joven sudoroso, salta la sangre como un chorro de tinta que dibuja corcheas de una música intransitable. Estamos entrando “en el paraíso de las palabras”, la utopía del lenguaje. No se puede matar el lenguaje, ni la ley ni el cuchillo acaban con él. La escritura es un arte del tatuaje y el tatuaje el arte del simulacro, de lo que oculta la piel bajo los grafos de la tinta. En “Del rigor de las ciencias” Borges nos enseña como lo que se simula no es pero se parece a lo que es cuando la geografía se cubre con un mapa que la sustituye: “...En aquel imperio, el Arte de la Cartografía logró tal perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba todo una Ciudad, y el mapa del Imperio, toda una Provincia” La cartografía del texto literario se superpone sobre la vida real, la escritura es el hiyab o el burka que cubren el rostro de la rebeldía, prótesis, máquina tal vez deseantes, pero los policías de las bibliotecas se deslizan rápidos entre los anaqueles para ordenar el caos. La cultura del aerobic y la letrina no soporta una escritura que metaboliza el orden para parir el monstruo, el mutante, porque una de las tareas más fatigosas de la cultura oficial ha sido mantener los géneros literarios que Sarduy aniquila. El monstruo es un problema para la humanidad o como escribió el poeta: “Cuerpo con cuerpo: las pieles se aproximan y se alejan entre espejos que reflejan su deseo. No develes la imagen -esos laureles fenecen-; no te aconsejo confiar en ese reflejo, porque ese doble perverso te revelará el reverso: hueso con hueso, pellejo”